En estos tugurios trasnochaste, bailaste, ligaste, te embriagaste, cantaste, te enamoraste, fajaste, guacareaste, te madreaste, rompiste, te deprimiste, fuiste feliz, creciste y te forevereaste.

Éste es un recorrido evolutivo: ir por la historia de los antros de la ciudad se parece mucho a pasar una tarde con un orangután, luego con un gorila, luego con el eslabón perdido, y finalmente, con cavernícolas (nada de esto es un mal chiste sobre los cadeneros). Aquí te dejamos ese recorrido: los orígenes, los cruces, las desembocaduras de nuestra historia de la noche. Además, para la nostalgia, te dejamos fotos de los especímenes que típicamente se daban cita en cada lugar, en cada época. Cualquier parecido con el look que tú tenías hace 20 años, no es coincidencia: es que todos, en algún momento, fuimos también eslabones perdidos desesperados por cazar buena parranda.