Hola, queridos chilangos. Seguramente han escuchado esa bonita frase que dice “no me vengas con qué a Chuchita la bolsearon”, un dicho muy utilizado para denotar que no vamos a admitir excusas baratas y que queremos la verdad de las cosas. Esta frase, con gran arraigo en el habla popular mexicana, nos lleva a preguntar: ¿quién era Chuchita y quién la bolseó? ¿Cuál es el origen de esta frase?

Prepárense, porque aquí viene la explicación.

Hay varias hipótesis acerca de quién era Chuchita y su famoso bolseo. Una de ellas, la más afamada, cuenta que Chuchita era una trabajadora doméstica de los tiempos de la colonia, nacida en el año de 1689. A Chuchita se le había asignado la labor de mandadera de la casa, para lo que acudía al mercado a adquirir las cosas que se necesitaban en la vivienda del patrón.

De esta primera historia se desprenden dos: en la primera, Chuchita tomaba el dinero que le había sido asignado para la compra de los mandados y se los gastaba en bebidas alcohólicas. Chuchita, incapaz de afrontar su problema con la bebida, regresaba a la casa diciendo que la habían bolseado, es decir, le habían robado los víveres. Sin embargo, como la excusa se volvía recurrente y muy sospechosa, los patrones al preguntar acerca de por qué no habían sido hechas las compras de la casa, se adelantaban a la excusa y decían: “Y no me vengas con que a Chuchita la bolsearon”. Esta historia ubica el famoso bolseo en el año de 1715: Chuchita tendría unos 26 años al ser víctima de la delincuencia.

En la segunda hipótesis, la conducta de Chuchita no era una muchacha de conducta reprobable, sino filantrópica: Chuchita, quien había nacido pobre, era muy consciente de su clase social, así que cuando se iba a hacer los mandados, tomaba el dinero que se le había dado y lo repartía entre los más necesitados. Chuchita, en esta versión de la historia no era una alcohólica, sino una heroína, del pueblo y para el pueblo. Aunque el resultado era el mismo para los patrones; quienes exigían que no se les viera la cara con que “a Chuchita la bolsearon”.

Sin embargo este par de historias, que se han propagado por internet sin tener algún sustento bibliográfico, han sido puestas en entredicho por los conocedores de las dinámicas de la época.

Lo primero que no concuerda es la labor de Chuchita: para la edad con la que contaba según los hechos, Chuchita debía tener unos 26 años, edad a la que las mujeres de la servidumbre ya eran elevadas al rango de Gobernantas (algo así como amas de llaves) o cocineras. El encargo de llevar los mandados era asignado a adolescentes y muchas veces de sexo masculino: el mozo de la casa. Por otro lado lado, el relato cuenta que Chuchita llevaba dinero con ella, lo cual era sumamente improbable. En los tiempos de la colonia, las cuentas se cargaban a una lista, que el administrador de la casa se encargaba de liquidar. Los o las mandaderas nunca llevaban dinero. La última de las imprecisiones tiene que ver con el contexto: en aquellos tiempos era impensable que mujeres compraran y mucho menos consumieran bebidas alcohólicas, ese era un privilegio reservado para los hombres. Así que todo apunta a que, esta historia, a pesar de haberse popularizado, es falsa.

¿Cuál es la primera documentación real que existe acerca del bolseo de Chuchita? Esta se encuentra en la revista semanal “El Chambeador”, que se distribuía en la Ciudad de México en la década de los 70 (mucho más reciente que anécdota que sitúa a Jesusa en la época de la Colonia). En esta historia, Chuchita era una deudora escurridiza, que solía poner excusas a aquellos a los que les debía dinero.

Aquí el fragmento de esa publicación:

Llegó Chuchita, a la vecindad donde vivía, gritando:
¡Me bolsearon! ¡Me bolsearon!

Los vecinos le preguntan:
¿Cómo fue que la bolsearon, Chuchita?

Ella responde: “Venía yo en el metro, con un dinero que me habían pagado, me bolsearon y me lo quitaron todo”.

El vecino le pregunta:
¿Y dónde traía usted guardado el dinero, Chuchita?
Ella contesta: “Aquí, en el pecho, bien escondido”.

“Ay Chuchita, no me diga que no sintió cuando le metieron la mano ahí”.

Ella responde:
Claro que sí sentí cuando me metieron la mano, pero creí que era con buenas intenciones”.

Esta es la primera historia realmente documentada sobre Chuchita, que no la ubica como alcohólica ni filántropa, sino como una mujer que ponía excusas para no pagar.

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