Es otra forma de llamar a los vampiros, algunos linguísticas sostienen que la palabra vampiro y upiro se trata de la misma palabra pero trasliterada de forma distinta y que ambas tienen su origen en las lenguas eslavas. En el imaginario, no todos los muertos pueden ser upiros: se necesita haberse suicidado, practicar el mal (brujos, brujas, asesinos y la gente con vida disoluta en general) o ser un cadáver impuro (los cuerpos de aquellos difuntos que por descuido de sus familiares han entrado en contacto con gatos negros y otros animales tradicionalmente rodeados de una aureola supersticiosa), entre otros.