Cuando el año agoniza es de lo más común que todos celebremos el ritual de los buenos deseos y la vibra mágica: que si el vecino te cae gordo, no hay fijón, en esta época le das su abrazo del oso y ya. Lo único que importa es la paz mundial y el amor al prójimo.

Entre esa buena ondita, se halla la práctica noble de la reflexión: ¿qué hicimos o dejamos de hacer en estos doce meses?, ¿cómo nos portamos?, ¿ofendimos a alguien?, ¿dimos cariño?, ¿nos dieron? Y en esa sintonía, se nos viene encima la lista de propósitos para el año nuevo.

En este sentido, cada quién es libre de fijarse sus objetivos personales, pero hay que reconocer que existen dos o tres cosillas que, por más que las prometemos año tras año, nomás nunca las podemos realizar. Aquí recopilamos las más recurrentes a lo largo de la historia:

1. Bajar de peso

Lograr un cuerpo escultural es acaso la mayor de las obsesiones anuales. Doñas y señoritingos, por igual, se plantean adelgazar la lonja, disminuir las chaparreras y tornear esa papada que les nace en el cebo de la nuca y les desciende hasta las ubres. Diciembre tras diciembre es el mismo objetivo, pero todo queda igual: el mondongo en su lugar, la manteca donde siempre.

2. Dejar de fumar

Te juras y perjuras a ti mismo que, en adelante, sólo fumarás los que te inviten, según tu lógica gorrona, “para irle bajando”. Pero ¡naranjas agrias! Al correr de los días, empiezas con que “sólo un pitillo y te doy las tres” y esas cosas. Al final, más temprano que tarde, terminas por fallar a tu palabra.

3. Leer más

¿Por qué no? La cultura engrandece el espíritu y hay muchas obras maestras de la literatura universal de todos los tiempos para escoger: Sensacional de chafiretes, ¡Así soy…! ¿Y qué?, El mil chistes… Pero un buen comienzo es, ahora sí, terminar el libro que te regalaron en la Navidad antepasada. ¿Será?

4. Encontrar el amor

Con tus calzones rojos, bajo el árbol navideño y junto al nacimiento, en posición de rezar y con la vista al cielo, te dices a ti mismo que este año sí encontrarás esa alma buena que comprenda tus instintos lujuriosos y tus desplantes de virilidad. Un alma gemela, una media mandarina, una novia, una amiga de confianza, una prima urgida, lo que caiga… ¡Yaaaaaa!

5. Aprender alguna lengua extranjera

En este mundo globalizado, nada como convertirte en un ser muchilingüe. Por algo se empieza: inglés, mandarín, alemán, lo que sea… el caso es aprender algo más que el chilango que masticas a medias, para obtener más oportunidades en la vida. Sin embargo, todo queda en eso: la buena intención (good for you!).

6. Graduarte

Ya nomás te faltan esas dos materias desde hace cinco años para acabar la carrera, ésas que debes desde el segundo semestre. ¡Pero este año sí las pasas!, o por lo menos apruebas las asignaturas (o inscribes los extraordinarios). Todo es cosa de no perder la fe para alcanzar la meta (¿neta?).

7. Independizarte

Dejar la casa paterna luego de 38 navidades de ser hijo de familia es otro propósito que sueles sentir muy firme dentro de tu ser. Pero en ese trance de hallar algún roomie de tu edad, el depa apropiado o la colonia más afín a tus gustos, se pasa otro año y nada que vuelas del nido. Ya nomás ves la carota larga de resignación de tus progenitores.

8. Pagar las deudas

Dejar en cero las tarjetas de crédito, liquidar todas tus deudas y recuperar la tranquilidad. Suena lindo, ¿no?, pero la mera realidad es que empezando el año empeñas hasta la camisa (por una longaniza) con el fin de saldar las cuentas que el Lupe-Reyes te dejó. Ni hablar, pero para abril o para mayo, tal vez.

9. Titularte

Terminar (esta vez sí) la tesis y entrar a la maestría (ajá, tú, ¡cómo no!) resulta un objetivo tan urgente de cumplir, como lejano de alcanzar. Tras ocho años de egresar de la carrera, se ve difícil pero, quién sabe, todo puede suceder. Total, soñar no cuesta nada, ¿o sí?

10. Casarte

Amarrar a tu galán para llevarlo de una vez por todas al altar, más que un propósito, es el sueño de tu vida desde hace diez nochebuenas que empezaste a andar con él. Ni San Ignacio de cabeza ni los Santos Reyes, ¡nada te ha funcionado! Pero eso sí, no debe faltar en la lista.

En fin, éste ha sido nuestro Top (less) de propósitos de año nuevo más recurrentes, los incumplidos de siempre, pero ahora te toca a ti quitarte los tapujos y la vergüenza (no se apene), así que dinos: ¿cuáles son los tuyos?

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