Aceptémoslo: seguramente han tenido una pareja que de repente se les queda viendo a la cara, con los ojos bizcos, como haciendo escrutinio científico y suelta las terribles palabras:

– Mi amor, tienes un barrito ¿me dejas apachurrártelo?

¡Horror! Y así hay miles de parejas chilangas en los que el novio abnegado se deja apachurrar los barros y espinillas. ¡Es asqueroso! ¿Por qué lo hacen? Hay mujeres que no resisten la tentación de ver uno de esos horribles granos a punto de reventar y agarran tremendos pañuelos desechables para darles cran. Esas parejas se pueden ver hasta en los parques a plena luz del día: al novio no le queda más que poner cara de resignación mientras todos los demás volteamos la mirada.

Bueno, pues les tenemos buenas noticias (si es que se le pueden llamar buenas): no están solos. Hay miles de personas en el mundo que comparten su gusto por la tronadera. La mala noticia es que es un padecimiento bien estudiado: se llama dermatilomanía, aunque eso es solo una parte del problema. Cientos de foros y blogs en internet comparten consejos de cómo apretarse los barros y no dejar marca: otros se contentan con compartir sus propias experiencias ¿esto es de gente anormal?

¡No soporto verme un grano!

La dermatilomanía es una obsesión compulsiva por apachurrarse cualquier imperfección en el cuerpo, principalmente en la cara. Los afectados por este trastorno se acompañan de sentimientos de ansiedad y generalmente sienten un poco de culpa después de apachurrarse la espinilla. La dermatilomanía forma parte de otras actitudes patológicas conocidas como CRCC o Conductas Repetitivas Centradas en el Cuerpo: comerse las uñas, arrancarse el cabello (tricotilomanía) o quitarse una costra. Cuando se hace de manera obsesiva requiere tratamiento psicológico, porque es consecuencia de alguna depresión o padecimiento mental. Pero eso es en uno mismo ¿y en los demás?

¿Qué onda con tronarle los granos al novio?

Ahí entramos en una categoría aparte: ver un barro con la punta amarilla, espinillas saliendo del triángulo de la muerte que se forma entre las cejas, granos enterrados en la punta de la nariz que no salen ni con vaporizaciones o verle un barrote en el cuello del amado, ha sido motivo de peleas y hasta divorcios. Basta con ir a YouTube y buscar videos en los que otros humanos se exprimen barros milenarios, esperar el momento en el que explotan como volcán y sentir un placer malsano, forma parte de patologías más complejas.

Hay quien llama a esto forunculofilia: el amor por los granos ajenos. Cientos de sitios en la red se dedican a recopilar videos de esta naturaleza en los que los comentarios siempre son del tipo “¡necesito ver otro video!” o “¡hasta descansé de ver cómo salió ese grano!”. Estos sitios se complementan con vellitos enterrados y otras secreciones. Para los que nos espantamos de ver sangre resultan inconcebibles, pero siempre hay quien goza de ver como sale hasta la última gota de pus.

Y hay Vlogstars de esto: el más famoso es el doctor Vikram Yadav, con más de 150 mil suscriptores, que se ha convertido en el gurú de la exprimidera. Granos en la nariz, barros que parecen tumores: su video de “Black & White Heads On Nose” tiene más de 7 millones de visitas; eso quiere decir que no estás solo en el universo ya que el comentario más popular de ese video es “pagaría por sentarme a quitar esos puntos negros”. Muchos lo harían.

Lo cierto es que para muchas personas ver videos de granos o exprimírselos a tu novio, genera endorfinas, y cuando explotan es una especie de premio al esfuerzo y emoción, lo que reafirma el comportamiento obsesivo-compulsivo. Es una cuestión que -por asquerosa- mucho prefieren no hablar de ella.

Pero calma Chilango: párate frente al espejo de tu baño, aprieta ese grano que te salió en la punta de la nariz hasta que explote (¡y duela!) y cuéntanos ¿también tienes esta adicción por reventar granitos?

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