Su maestra de actuación, Fátima del Rosario, le presentó al actor Ausencio Cruz. La amistad entre ambos dio frutos con varios sketches presentados en el Bar Guau, de San Ángel, a mediados de los 80. La mancuerna interesó a Luis Vázquez, de Imevisión, que lanzó el programa En tienda y tras tienda. El programa atrajo a Televisa. «Ofrecían una suma considerable -recuerda Ausencio-. Víctor insistió y yo me negué. Como nos querían a ambos no se hizo. Yo me mantuve firme y él, al final, parece que no, y por eso está ahí.»

Un año después, Imevisión lanzó La Caravana, que rescataba la vocación de ambos: el teatro de revista. Víctor saltó a la fama con Brozo, Estetoscopio Medina y La Beba Galván. El comentarista José Ramón Fernández les pidió integrarse a Los Protagonistas de Italia 1990 en un hecho inédito: el humor en los grandes eventos deportivos. En su carrera, Trujillo ha participado en cinco Copas del Mundo y cinco Juegos Olímpicos.

Víctor y Ausencio viajaban a provincia para presentarse. Víctor, en avión; Ausencio, en coche. Si la gente veía sólo a uno preguntaba por el otro. «No queríamos eso -dice Cruz-. Íbamos a ser Viruta y Capulina.»

La dupla sufriría una fractura cuando Polydor Records contrató a Brozo para lanzar su primer disco de cuentos, Venga por lo suyo, con temas como “Ah ladino” y “El traje del encuerador”. «Grabó sin avisarme -lamenta Cruz- y al año siguiente me dijo: “En la disquera quieren grabar uno de Margarito”. ¡Justamente, con Margarito criticábamos a las grandes empresas que se jodían a los más jodidos!»

En un diálogo de horas en la oficina de ambos en Imevisión, Trujillo sostenía que era el momento ideal para ampliar sus horizontes. Cruz argumentaba que «había formas» de hacerlo. Los decibeles subieron. «Esa diferencia marcó la separación, pero, al menos de mi parte, somos amigos», aclara Ausencio.

ELLOS DEBEN ESTAR ACÁ

En Nueva York, las Torres Gemelas ardían. El presidente Fox tenía un evento en el Polyforum, y ante ello policías y agentes del Estado Mayor llegaron a las 8:30 am a desalojar el World Trade Center, sede de Canal 40. El argumento: los riesgos de un ataque terrorista. Evacuado el edificio, sólo faltaba el personal del piso 41, donde El Mañanero transmitía: la producción se negaba a irse. Al aire, Brozo señalaba un monitor e interpretaba la tragedia: «Estamos, posiblemente, ante el parteaguas del terrorismo en el mundo en el siglo XXI.»

El rating de El Mañanero alcanzó aquel jueves 11 puntos, casi uno más que Jorge Berry en Primero Noticias.

«Ese día, Televisa dijo “ellos deben estar acá” -comenta Horacio Castellanos o “Lacho Raquenel”, colaborador de ese programa-. Poco después, cuatro directivos de Televisa presentaron a Víctor su oferta. Enterado, Horacio lo confrontó.

-Te la van a mentar, el payaso está acostumbrado a eso, pero tú no.

-¿Por qué perderíamos credibilidad? He demostrado otra cosa -dijo Trujillo.

-Ir a Televisa va a decepcionar a quienes creyeron en tus críticas a ella. En tu primer día allá la gente va a recordar todas las veces que dijiste que no te irías a Televisa.

El viernes 7 de diciembre de 2001, los miembros de El Mañanero, que llevaban diez quincenas sin cobrar, dejaron el programa. Hubo llanto, abrazos. Centenares de empleados ovacionaban al payaso y su equipo. Horas después, la madrugada del sábado, Brozo ya estaba ante las cámaras de Televisa como parte del Teletón. Víctor lo había mantenido en sigilo, pero una semana antes, el 1 de diciembre, Bernardo Gómez, vicepresidente de Grupo Televisa, había arreglado con el comediante la firma del contrato.

El primer día de 2002 inició la nueva era de El Mañanero.

«¿Se cumplió lo que le advertiste?», le pregunto a Castellanos. «Sí», responde.

Víctor declaró que por respeto a José Ramón no viajaría con Televisa al Mundial Corea-Japón. Pero en mayo de 2002 recibió una llamada: debía partir. «No opuso resistencia», declaró Azcárraga Jean al Reforma. Por ese viaje, Trujillo y “Joserra” rompieron: «La amistad existe -declaró Fernández a ese diario-, pero también la deslealtad. Afortunadamente no lo he visto y ni me interesa verlo porque chupa demasiado, le huele la boca y además es travesti.» Brozo respondió al aire: «(…) ex querido amigo mío, qué lástima que no recuerdes antes de abrir el hocico.»

-Declaraste contra Televisa toda tu carrera -cuestiono a Trujillo.

-Eso fue antes que Emilio (Azcárraga Jean) estuviera al frente. Antes de esta administración jamás se respetó lo que se hacía. Lo primero que le dije a Bernardo es: «no voy a cambiar» y me contestó: «así está padre».

-Voy a leer un párrafo de la revista Etcétera de enero de 2002 -le comento: «Brozo dijo que Víctor Trujillo no apoyaría el concierto Unidos por la Paz organizado por TV Azteca y Televisa. Consideró que el suceso “es uno de los oportunismos más viles que he visto en las últimas décadas (…)” porque, ironizó, “de todos es sabido el gran interés que han demostrado a lo largo de estos años los Azcárraga y los Salinas Pliego por sus hermanos indígenas”».

El comediante me mira fijo. Enarca las cejas, da una calada al tercer cigarro desde que inició la entrevista y me dice «ajá». La respuesta no llega.

-Ya es 2001 -añado- está Emilio Azcárraga Jean al frente…

-Así es -afirma.

Mira la puerta de la oficina y entrelaza las manos: «Así es», insiste, y revira: «Es como si digo “me gusta toda la programación de Televisa.” Pues no. Hay cosas que me gustan, otras no. Lo mismo pasaba en Azteca y es igual en la BBC.»

Cambio el tema. Vuelve su sonrisa.