Los cilindros para agua, mejor conocidos como Pepsilindros, fueron un artículo que en los noventa causaron furor. Ahora regresan, pero para nosotros, amantes de la nostalgia, los mejores eran los de antaño. Aquí les dejamos cinco razones por los cuales estos artículos rifaban.

1Tenían a nuestros personajes favoritos

Los de antaño traían al buen Bugs Bunny, al Correcaminos, a Taz, a Porky, en fin, toda la raza de los Looney Toons. Sus diseños estaban ambientados en lugares chidos, como una cafetería retro, la playa, un estadio de futbol o una discotheque. Para los desmemoriados, luego salió una segunda remesa: los de Los Picapiedra. En esos podíamos ver a Pedro haciendo de DJ, a Dino surfeando o a Bam Bam cargando un huesote, entre otros.

2¡Ya nomás me falta el de la disco!

Derivado de lo anterior, daba gusto coleccionarlos todos porque cada uno tenía un encanto especial. Es más: en la ilustración venía narrada una minihistoria. En la edición 2015, prácticamente todos son azules con un poquito de rojo en aras de posicionar los colores de la marca. Eso sí: el logo, grandote, grandote.

3Porque pokevolucionaron

Con el cambio de personajes de los Looney Tunes a Los Picapiedra también vino un cambio en el diseño: los Pepsilindros incorporaron un asa, ideal para los que teníamos manitas de mantequilla o los que estaban muy morros y no los podían agarrar chido porque les quedaban grandes. Estos eran un poco más difíciles de lavar, pero al menos se aventaron el arriesgue de innovar.

4No se compraban, se canjeaban

Estos codiciados objetos se canjeaban por 10 corcholatas y 3,500 viejos pesos (antes de que nos alcanzara la devaluación) en la tiendita de la esquina o en el camión. A pesar de que hoy día también se pueden canjear por 2 taparroscas y diez pesos, también los puedes adquirir comprando un pack que ya viene con dos refrescos de litro y medio y un Pepsilindro o comprarlo en Burger King. ¿’Onde quedó la emoción?

5Estaba bien chido llevarlos a la escuela

Aceptémoslo: mientras los Pepsilindros noventeros estaban dirigidos principalmente a los niños (quienes los usábamos para presumirlos en la escuela y ser la envidia de los compañeritos) los actuales le están pegando a la misma generación, pero ya crecida. Algunos irán por sus Pepsilindros alentados por la nostalgia y se los llevarán a su chamba godín, sólo para constatar que, al igual que en la primaria, a veces se chorrea toda el agua de limón y la mochila queda toda pegajosa.

¿Verdad que sí estaban más chidos los de antes? Ahora, si nos querían pegar de lleno a los chavorrucos, podrían haberlos hecho de Pokémon, Caballeros del Zodiaco o Dragon Ball. Ahí sí les hubiéramos dicho: ¡toma mi maldito dinero!  Así las cosas en el mundo retro. No olviden compartir esta nota con quienes, como nosotros, extrañan a los Pepsilindros de antaño.