1. El título
Importantísimo escoger un título que no diga nada pero suene la mar interesante. Se recomienda el uso de un artículo indeterminado, en singular, junto con algún sujeto, SEA EL QUE SEA.
Ejemplos claros e inventados: El Juicio, El Llamado, La Quimera, La Visión.

En última instancia, solo para el escritor experimentado, se recomienda usar nombres exóticos de mujeres foráneas (llámese no-occidentales) para llamar un poquito más la atención: Bereida, Zhinowa, Katartja o algo por el estilo.

Nunca revelar demás en el título, ahora veremos por qué….

2. La trama

Los libros de autoayuda en tiempos recientes han hecho trampa. En vez de quedarse con conceptos clásicos como "usté quiérase a sí mismo", "dígase cada día lo muchísimo que vale" o cualquier otra obviedad, han decidido por incluir narrativas aparentemente literarias para lograr su oscuro cometido.

Por eso mismo, es aconsejable seguir la fórmula mágica y poner a algún personaje (no le vaya usted a poner nombre al protagonista, luego a quién le cuelga las responsabilidades) a viajar.

Puede ser un camino cortito, cortito, o una travesía larguísima, pero todo está en que el personaje principal aprenda a través del camino.

Porque la vida es un camino, ¿ves?, y transitarlo implica vivir por medio del aprendizaje.

O sea, que el monito camine. Camine harto. Y se encuentre a cuanto chamán místico se le cruce por el camino, que todo lo terminará por aprender.

3. Los personajes

Como hay que "autoayudarse", concepto opuesto completamente a meterse un "autogol" o "autonoayudarse", necesitamos personajes que realmente se conecten con el lector, ¿ves? y que parezcan olvidados por un mundo que en verdad no los comprende.

Entonces, en el camino, nos tenemos que encontrar a putas, vagabundos, viejecillos miserables, campesinos, todos imprescindibles para alguien malentendido en su lugar de origen (porque, recuerden, hay que viajar).

Cualquier fenómeno de circo o adefecio social se convierte en un verdadero sabio del mundo y su historia. Tip importantísimo.

4. Que nadie le entienda

Hagamos un ejercicio, inventemos un fragmento final de algún libro:

"Entonces, Kayatzin comprendió que no todo el cielo era azul, que por rincones se pintaba de verdes, amarillos, a veces grises, que la luz a veces incluso lo cegaba del camino y que las sombras de los pastores y el desierto refrescaban más que toda el agua del universo. Fue ahí donde entendió su secreto, donde halló las verdaderas formas del Camino".

Suena cabrón, ¿no?

Sobre todo, está claramente sujeto a toda interpretación y ES AHÍ DONDE ESTÁ EL VERDADERO SECRETO DEL CAMINO. Cualquier forma de reflexión puede adquirir dotes literarios, claro, pero en los libros que autoayudan, querido lector, todo es tan reflexivo y confuso que hay que terminar por no decir absolutamente nada.

5. Sírvase de otras civilizaciones

¿Que la gente sabe nada, o poco, sobre el antiguo Egipto? ¡Perfecto! Agarre cualquier región geográfica o pueblo con historia que le suene extraña y diga adquirir (bueno, que sus personajes adquieran) todos sus conocimientos de su filosofía milenaria.

Encontrará pocos detractores (los serios apenas le pondrán atención) y así podrá justificar kilos y kilos de estupideces. Si tiene suerte, hasta Madonna podría resultar interesada, o alguna otra celebridad desesperada, y el negocio es redondo.

6. Vístase de negro

Steve Jobs entendió perfectamente que, para timar a la gente, hay que vestirse de uniforme. Entonces, échele ganas a la vestida: rápese, póngase cuellos de tortuga o joyas cristalinas y grandotas, bien grandotas, para parecer out of this world. Seguro le pega.

7. Esconda su currículum

Básico.

Uno nunca puede encontrar las vidas pasadas de estos nuevos gurús, los amos de la autoayuda. Probablemente se hayan dedicado a la (mala) administración de empresas, hayan vivido de la herencia de alguna mujer madura y rica o vivan pensionadas (las que son mujeres) de algún exmarido golpeador.

Pero encontraron el camino, y eso es lo que importa. Y se pusieron a estudiar con doctores (claro, de instituciones creadas por ellos mismos) y demás "expertos" que no son entendidos por este mundo tan occidental, legaloide, lleno de supuestos "científicos" acreditados que tienen a la sociedad como está.