Así es… un día llegas al trabajo, pasas tu tarjeta por la puerta, suena el pip pip que te autoriza y da permiso de entrar, y entonces te das cuenta de que has dado un paso en falso, porque al abrir la puerta una avalancha de pelotas de hule caen sobre ti y te sepultan en el fondo de un colorido y redondo mar.

Y lo que pasa es que la noche anterior “alguien” se quedó escondido en la oficina, dedicándose a llenar todos y cada uno de los rincones con pelotas de hule, y convirtiendo así a la empresa en una alberca gigante.

En la mañana nadie tiene la menor idea de lo que está sucediendo, y no falta quien completamente histérico y amargado marca compulsivamente su teléfono para que la gente encargada de la limpieza comience a recoger.

La mayoría de las personas se toma las cosas a la ligera, como debe de ser; algunos nadan en las pelotas y otros se han declarado la guerra, utilizando las pelotas como armas y construyendo bunkers con sus computadoras, levantando carpetas blancas a manera de señales de paz.

Ahora que lo piensan, hace años que no tenían un día tan feliz y divertido como ese; se han puesto todos de acuerdo y coinciden en que ya nadie va a trabajar.

Sin embargo, su sueño se ve obstaculizado por el departamento de ventas (al cual pertenece aquella persona que marcaba y marcaba su teléfono), el cual no concibe la idea de diversión, y por lo tanto, se aterroriza ante la extraña actitud de sus departamentos compañeros, decidiendo impedirla a toda costa.

Y así, repentinamente aparecen las personas encargadas de la limpieza, que tampoco quieren limpiar porque se la están pasando muy bien… pero que tienen que limpiar, porque ese es su trabajo.

En unas cuantas horas la oficina vuelve a ser gris, la gente esta cabizbaja, pero es extraño… pese a todo sus sonrisas permanecen intactas…

Una voz se alza a lo lejos… es un valiente que grita: “¡¿Por qué no?!”

Poco a poco las cabezas se van levantando… una a una las personas dicen “¿Por qué no?”

Y así, en un abrir y cerrar de ojos la oficina es nuevamente una alberca de pelotas, la gente se divierte, y los de ventas se encuentran atados para que no haya ninguna clase de imprevisto ni confusión.

Ahora es tu turno… ¿Por qué no?