“Mira mijo, no vayas al doctor, lo que tienes es una gripa de esas como
fiebrosas-mocosas que se quitan si te tomas unas cuatro amoxicilinas cada media
hora. Yo sé lo que te digo”. Es hermoso cómo los papás-tíos-abuelos-amigos le
juegan al doctor cada vez que te ven enfermo.

Por supuesto que ellos saben la
medicina que necesitas tomar. La verdad es que los médicos estudian
cinco años (sólo para ser médicos generales), hacen guardias de 52 horas de
trabajo por cuatro de descanso y se ponen esas horribles batas sólo por
masoquistas. No porque sea necesario para darte un diagnóstico y una receta que
de verdad funcione.

Era un farsante. Y todos lo sabíamos.

Para evitar que la tía te recomiende meterte antobióticos hasta que tu
hígado deje de funcionar, a partir de ayer miércoles está prohibido que en las
farmacias te vendan antibióticos sin receta. Eso implica que a fuerza tendrás
que ir a un doctor para meterte cosas. O no…

¿A poco necesitas receta para compras estas pastas?

La medida sería buena si no fuera porque seguramente muchas de las
farmacias no van a cumplir la disposición. Tendrían que haber miles de
funcionarios revisando que cada farmacia cumpla la regla. Y por supuesto, no
existe. O peor aún, va a haber un mercado de negro de “recetas” que Dios nos
agarre confesados. ¿O de verdad cada empleado de farmacia va a checar que la
hoja que imprimiste en tu casa con tu nombre y una cédula profesional inventada
sea real? También lo dudamos.

No, este tipo NO es un doctor

En fin, te recomendamos que tú si lo cumplas. De verdad tu hígado lo va a
agradecer. ¿No es suficiente con que le metas Bacardí blanco cada fin de
semana?