El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TRIFE) canceló el 11 de junio la candidatura de Clara Brugada a la jefatura delegacional en Iztapalapa. El principal argumento: en la elección del PRD para definir al aspirante al gobierno de esa demarcación se descontaron “por error” 97 votos a Silvia Oliva, una de las contendientes. Hecho un nuevo recuento, Oliva, miembro de Nueva Izquierda (ala del PRD rival de Andrés Manuel López Obrador) fue declarada ganadora de la candidatura a la delegación con más presupuesto de la ciudad.

Indignado, AMLO suspendió una gira que lo acababa de llevar a Guerrero, Michoacán e Hidalgo. El 16 de junio viajó de Pachuca a la explanada de Iztapalapa, tomó el estrado y sorprendió a todos: «(En la elección) ¡tenemos que marcar el… (titubeó; alguien detrás le sopló: «El PT») el PT! Y eso va a significar que el candidato que aquí está conmigo… (volteó hacia el candidato, como intentando recordar el nombre), Rafael Acosta, hace el compromiso de que, al ganar, porque no se lo va a creer que lo va a ganar por sí mismo: va a ganar por el Movimiento, y va a ganar por Clara (Brugada, que asintió y sonrió), que se entienda bien». Él énfasis de la última frase indicaba algo: no confiaba en Juanito.

Juanito: ¿aceptas lo que estoy planteando, y te comprometerías que al momento de ganar presentas tu renuncia para que el Movimiento le haga la propuesta al jefe de Gobierno, y él a su vez haga esta propuesta a la Asamblea, para que Clara gobierne Iztapalapa? Te pregunto…

Acosta, de traje y cinta tricolor, meneó la cabeza. No era un sí ni un no: era un titubeo, una ondulación. Se rascó la cabeza y miró hacia el piso todo el tiempo. Sin observar jamás a AMLO, tomó el micrófono.

—Sí, lo cumplo.

Había nacido una estrella.