Por Ruy Feben

Los mexicanos tenemos una necesidad irrefrenable de hacer monumentos de todo. Aquí siete tristes muestras de que eso no siempre es lo mejor.

¿Esto qué es?
Hace muchos años, un señor paletero del occidente del país puso su tienda de paletas. Con los años, la tienda de paletas fue creciendo, hasta convertirse en un emporio. Envidiado por muchos, surgieron las versiones hechizas de su marca, pero el señor paletero y su estirpe lograron sobrevivir, e invadieron todo el país con sus helados productos. Este monumento es la evidencia de esta historia.

¿Dónde está?
¿Dónde más? ¡En Tocumbo, Michoacán, terruño de La Michoacana!

¿Se podría poner más feo?
Si cada uno de las Michoacanas pirata hicieran un monumento.

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