Unode mis primeros recuerdos es el de mi abuelo empuñando un rifle. Una tía vendíaabarrotes y un marihuano -así nombrábamos a los maleantes de poca monta que detanto en tanto importunaban- intentó llevarse el dinero de la caja. El padre demi madre encañonó al asaltante, éste huyó y el rifle calibre .22 volvió al ladode la cabecera, lugar que nunca más abandonó sino hasta la muerte de su dueño.Hace 15 años, a algunos chilangos esta escena les habría parecido propia de la"violenta" Guadalajara, del "salvaje" Bajío. Si ese episodio hubiera ocurridohoy, la considerarían una estampa más de la "inseguridad". Yo creo que no fue niuna cosa ni la otra. Pienso que en distintas regiones y momentos los mexicanoshemos convivido más con la violencia, con las armas incluso, de lo que nosgusta reconocer. Pero sobre todo, creo también que hemos perdido de vista quehay gente que hoy se juega la vida, literalmente, por sus ideas, principios, sutierra, los suyos; gente que sin tanta elaboración tiene claro qué tiempo vive.

Pienso que en distintas regiones y momentos los mexicanos hemos convivido más con la violencia, con las armas incluso, de lo que nos gusta reconocer.

Cada vez que veo en twitter el hashtag de#siX(escriban aquí el personaje o la circunstancia de su elección)fueramexicano…me da un vuelco el estómago. Disclaimer uno: los tuiterosno son un grupo como tal, hay de todo, así que no son representativos de nada. Disclaimerdos: es agradecible que en ese espacio virtual convivan reflexiones serias einteresantes con otras frívolas y amenamente intrascendentes. Dicho esto, nosoporto el ánimo autoflagelante en el que nos instalamos en las redes socialespara teclear a todo pulmón que como nación somos una, ustedes perdonen, mierda.Porque no creo que lo seamos.

Una de las cosas buenas que siempre le voy aagradecer al año de los centenarios fue algo no programado: el gol deChicharito a Francia, ese 17 de junio, en el estadio Peter Mokaba. No por mí,que en realidad casi siempre paso de todo lo que envuelve al balompié, sino pormi hijo. Que él tenga ya como recuerdo ese ejemplo de decisión, talento ycarisma que es el joven jugador del Manchester me anima porque contrasta con elaguijón, la afrenta que nunca se irá de mí ni de muchos de mi generación, trasaquella goliza de 6 a 0 que nos mancilló. Alemania fue el artífice en Argentina1978, pero el real verdugo fue nuestro carácter nacional, nuestra eterna maníade primero crear expectativas surgidas del humo y luego buscar en otros laresponsabilidad que no queremos entender que es únicamente nuestra ycompartida. Pero esto último lo mal entendí muchos años después de aquelladolorosa jornada, cuando lo único que uno pensaba es que era horrible irle aMéxico, estar con México, ser de México.

Nuestra eterna manía de primero crear expectativas surgidas del humo.

Asumo que los lectores de Chilangoson, mayoritariamente, adultos jóvenes, o adultos aferrándose a lo que lesqueda de juventud. Ellos entenderán que tengo razón cuando digo que los nacidosen la década del movimiento estudiantil del 68 pertenecemos a la mismageneración que los que hoy tienen más de 60 años. No es asunto, de edadbiológica, es una cuestión cultural. Muchos cuarentones hoy somos iguales quenuestros padres. Somos pasado. No logramos -no sé si alguna vez lointentamos- revertir los cromosomas infectados en nuestra niñez con patrones deconductas del "viejo régimen", de los tiempos delpartidazo, de las conductas priistas pues. Somos echeverristas,lopezportillistas, salinistas y hoy, creánmelo, beltronistas o peñistas.

Somos echeverristas, lopezportillistas, salinistas y hoy, creánmelo, beltronistas o peñistas.

Somos PRI y a pesar de 10 años de panistasen Los Pinos no hemos cambiado, no hemos reformulado nuestra manera deplantearnos lo que sigue porque no sabemos lo que es el hoy. Preguntémonos enque época de México estamos viviendo y no podremos formular una respuestaunívoca, más o menos común. Qué define hoy a nuestra época. Qué nos define comomexicanos en 2011. No es la alternancia, término hueco que se diluyó en lagrisura. Lo que es peor, cuándo ocurrió la última gran discusión sobre "el sermexicano", ¿cuándo el hoy Nobel Vargas Llosa nos bautizó como la DictaduraPerfecta? De eso acaban de cumplirse 20 años (el escritor peruano lo dijo enseptiembre de 1990). Y por supuesto que a pesar de discursos, libros y ensayos-y carisisísimos festejos, claro está-, 2010 no nos dejó alguna idea, o algunatarea, sobre lo que somos hoy como nación.

Al revisar los elementos que dieron identidadal siglo XX mexicano tras la Revolución, Héctor Aguilar Camín dice que "losafluentes de la construcción son múltiples pero están asociados todos, en mayoro menor medida, a la acción cultural, educativa y cívica del Estado, así como,desde luego, al ejercicio de su poder político sobre el territorio y sobre lasociedad." (1) 100 años después, en vez de un Vasconcelos en la educacióntenemos a una Elba Esther Gordillo. Y en el civismo tenemos a los juanitos, lasimulación llevada a un nivel excelso. Y en la cultura 2010, canallamente,diría David Aponte, se llevó, entre otras voces necesarias para la discusión deidentidad, a dos Carlos, a Montemayor y a Monsiváis. Cosas irremediables delpaso del tiempo, es cierto, pero parte de la generación que nos trajo hastaaquí se está yendo y sus relevos no descuellan, al menos no evidentemente.

Calderón dijo que somos la "Generación del2010". ¿La que no supo ni celebrar la independencia de manera republicana? ¿Laque enfrenta desunida el reto criminal más importante de la historia? ¿La queno se puede poner de acuerdo para reducir las tremendamente desigualescondiciones sociales de las que se aprovechan los delincuentes para reclutarmexicanos desesperanzados? ¿Cómo vamos a contar a nuestros nietos que hubo 30mil ejecutados (más los que se acumulen)? Somos la generación pasiva en mediode las situaciones extremas. Una de supervivientes del pasado que siembra poco futuro.

Ni la mezquindad priista, ni la ineficacia panista, nila visceralidad perredista dan hoy para esbozar un mañana mejor. Pero tampocomuchos de nosotros en lo individual sabemos defender el derecho a que las cosascambien. Defender, para empezar, a este país de los que se afanan en hacerlopasar por una mierda. Si no sabemos construir un orgullo de lo que sí tenemos,de lo que sí queremos seguir siendo, pues no extraña que nos roben,extorsionen, amedrenten y no articulemos una respuesta ante ello. Es como si miabuelo no hubiera sabido que o defendía a su familia de aquel tipo o deberíaluego lamentar que no supo ver por los suyos. Si mi abuelo hubiera esperado ala policía quizá no habría habido carne en la mesa unos días. O el delincuentehabría regresado por más. Y los cuerpos policiacos de aquel entonces eran igualo más corruptos que los actuales. (Corro el riesgo de que se interprete estetexto como una invitación a la autodefensa armada, no es tal). En ese ínfimoejemplo de mi pariente, y en otros momentos que no viene al caso mencionar, él,como muchos de su generación (nació en 1900) hizo frente a su circunstancia.

¿Cuántos podremos decir lo mismo?

(1)En México 2010. El juicio del siglo, María Amparo Casar
y Guadalupe González, editoras, Editorial Taurus.