Seguramente te habrá pasado que justo cuando estás teniendo tu peor día, el señor taxista con cara de malo que va manejando a hora pico en Constituyentes te cede el paso. O quizás habrás visto cómo una viejita se pone a barrer la calle con todo y la basura de los demás vecinos.

En muchas ocasiones, el estrés y las prisas sacan lo peor de nosotros mismos, pero son esas acciones bondadosas las que hacen que nuestro México sea un poco mejor, paso a paso.

Tal vez se te habrá ocurrido recoger al perrito greñudo que mira siempre, con ojitos lastimeros, el puesto de tacos de la esquina. O hayas dejado pasar antes de ti a la señora embarazada en la fila del súper.

¿Te has preguntado qué pasaría si de pronto en cada banqueta rota del “defectuoso asfalto, o en un poste olvidado de luz”, te pusieras a plantar un arbolito?

Sí, podrá sonar cursi, pero imagínatelo por un segundo. Piensa que podrías enverdecer la sombría imagen de esta megaciudad y darle un respiro a miles de transeúntes que pasan por las ruidosas avenidas (que cruzan este lugar), incluso, podrías investigar o hacer un estudio sobre el tipo de árboles que son adecuados para la ciudad, sin que corramos el peligro de que sus raíces levanten las banquetas, mismas que luego son un obstáculo perfecto para caminantes distraídos o hasta vehículos.

Si la idea de darle oxígeno a la humanidad te resulta motivadora, seguramente te interesará la de embellecer al Distrito Federal. Por cada acera rota, una plantita, con todo y flor. Plantitas en las bardas grafiteadas, plantitas en los parques secos y desolados, plantitas en las grietas de Circuito interior y florecitas en cada bache de Paseos del Pedregal. Más sonrisas en los rostros y más verde hacia dónde ver.

Si tú y tu primo, y tu hermana y toda tu parentela, además del grupo de boliche de tu tío, el club de cocina de tu vecina y hasta el que pasea a los perros de todo el vecindario se pusieran las pilas para hacerle un makeover a la ciudad, te aseguramos que quedaría hecha toda una chulada, aún más de lo que ya es.

Dicen que no hay que tener lo que uno quiere, sino querer lo que uno tiene. ¿Te atreverías a intentarlo?