Si les hablas de los Santos Reyes Magos a la chilanguiza, seguramente lo primero que llegará a su mente serán los regalos infantiles del 6 de enero junto al árbol de navidad y las figurillas del nacimiento, quizálas roscas o las antiguas fotos en la Alameda Central. Para muchos representa la última tamaliza o las tres irradiantes estrellas del Cinturón de Orión.

Sin embargo, pocas personas se detienen a pensar que para los católicos, Melchor, Gaspar y Baltazar son considerados “santos” y, por muy extraño que perezca, a estos personajes aún se les profesa devoción, misma que data prácticamente desde el siglo VI u XII de nuestra era, y en México adquiere una particularidad especial. Después de Colonia, en Alemania —lugar a donde yacen los supuestos restos mortuorios de los famosos Reyes Mago— es en Tizimin Yucatán a donde está el santuario considerado el segundo a donde más culto se les rinde.

En tierras aztecas, acostumbrados a los curanderos, hechiceros, nahuales, chamanes y brujos, nuestros antepasados vieron en estas tres advocaciones un culto afín a sus prácticas espirituales. Po lo mismo subsiste el culto a estos magos en poblados como en Tetela del Monte en Morelos, en Tlaxomulco y hasta en los Reyes La Paz (con estación de metro y toda la cosa) estos dos últimos en el estado de México.

“Los Reyenos”

Hablando del DF, es en Los Reyes Culhuacán el sitio donde se les festeja con mayor fuerza en nuestra capital Chilanga. De hecho a manera de gentilicio chusco, los vecinos de los pueblos, coloninas y barrios vecinos les denominan a los habitantes de allí como los “reyenos”, pues ahí se desarrolla la fiesta patronal más importante.

Los Reyes Culhuacán, uno de los muchos pueblos que fueron devorados por la urbe chilanga, hoy ya es parte del paisaje urbano; se localiza a unas cuadras de la estación del metro Atlalilco, de la tremebunda Línea Dorada. Aún así sus habitantes con gran sentimiento de pertenencia, orgullo e identidad, recrean sus “usos y costumbres” en las fiestas patronales.

Visitarlos en sus días de fiesta es disfrutar la feria esparcida en los alrededores de la iglesia, música de viento, mucho alcohol y las infaltables aguas de las verdes matas (pulque), entre decenas o cientos de puestos de comida, antojitos, colguijes, alcancías de yeso y mil tarugaditas que se venden, así como juegos mecánicos que hoy en día parecen prehistóricos, pero que siguen igual de divertidos.

En la fiesta de Los Reyes Culhuacán son infaltables las danzas de concheros y chinelos; es un momento para viajar a tu infancia con los cuetes, ver el palo ensebado (en vías de extinción),los castillos y los huevazos donde los chavos acaban enharinándose hasta quedar blancos en su totalidad. Si ningún chilango ha asistido a estas fiestas, llegará un momento en que parecerá estar en alguna comunidad remota del país, ¡pero no! Son parte del lado oculto de nuestra ciudad.

Como sería lógico pensar, el 6 de enero se lleva a cabo la fiesta en los Reyes Culhuacán y desde las 5:00 de la mañana se oye el repicar de las campanas que le tocan al alba y avisan a todos los vecinos, el inicio de la festividad. Ese es el banderazo que da comienzo a las actividades, (algunas se realizan días antes como el enflorar la puerta de la iglesia o traer al Señor del Calvario para que presida la fiesta).

En el calendario se dan cambios, por ejemplo si el 6 de enero cae entre semana, tal como en este año 2016, entonces la fiesta se pospone para el siguiente domingo. Ese día sacan en procesión a las imágenes de los santos Reyes, esculturas talladas en madera, y de altura, natural, cuyos mayordomos visten con nuevos y vistosos ropajes, también sus réplicas pequeñas peregrinas que llevaron antes a la iglesia.

Los devotos y mayordomos invitan café con pan en la mañana a propios y extraños (gorrones), en tanto quea la hora de la comida puedes saciarte con los platillos que los mayordomos regalan (¡comida gratis!) tales como tamales, mole, arroz, pozole, o lo que se les ocurra preparar a los anfitriones. Las Roscas de Reyes que se reparten también son imprescindibles.

También se regalan juguetes entre los chavillos y como esta fiesta está ligada al festejo del Niño Dios, las señoras acostumbran a limpiar con algodones a dichas imágenes (a esta práctica los lugareños la conocen como “bañar al Niño Dios”).

Los reyenos son fiesterísimos y replican la pachanga el domingo siguiente, conocida como “la octava”, para finalmente culminar con “la correteada”, que consiste en que gente con toritos enfurecidos a fuerza de cuetes corretean a todos los que salen despavoridos en esta suerte de pamplonada o huamantlada cuetera.

Recordemos que si estas prácticas desaparecen, todos los chilangos perdemos porque se disuelve un pedazo de la historia de nuestra ciudad, de nuestras tradiciones que son parte de nuestro patrimonio intangible que son invaluables.

¿Tú conocías la historia de esta realización de esta fiesta especial para los Reyes Magos? Si eres un orgulloso reyeno, comparte o compártele esta nota.