Esto sucede cuando la garnacha se adueña de la vía pública:

1. Los puestos (horrísonos armatostes de lámina) se emplazan deliberadamente en cualquier calle y dejan apenas un carril libre para el tránsito vehicular, tal vez para instaurar una suerte de automac taquero,

2. Los comensales (que no se distinguen por tener una anatomía esbelta) se apiñan entre los carriles del mercado, arman borlote y creen experimentar el non plus ultra de la mexicanidad; y

3. De la noche a la mañana desaparece esta rara especie de beduinos de la fritanga, dejando tras de sí una estela de servilletas, tortillas, trocitos de jitomate y bolsas de plástico: Un mugrero, como las playas de Acapulco después de Semana Santa.