A todos nos ha pasado: llegas feliz a tu casa con bolsas llenas de gangas que… ¡acaban guardadas en tu clóset para siempre! Aquí te damos unos tips para que no mandes tu dinero al caño. Y otros para que salgas victorioso de las ofertas.

Comprar por comprar

Típico, ves una playera que cuesta 60 pesos y te parece la cosa más barata de la historia, pero… ¡no hay de tu talla! Sin embargo, no te importa y la compras pensando: “Cuando baje cinco kilos ya me va a quedar o se la regalo a mi prima”. ¡Alto! Esas prendas están destinadas a desbordar tu clóset y nada más.

Salir de casa sin una lista

Dejarte ir a las ofertas sin saber qué necesitas no es buena idea. Mejor revisa lo que tienes (por favor, con objetividad) y apúntalo. ¡Esos zapatos Prada no te hacen falta! Divide tu lista en lo que tienes y lo que quieres comprar, así no te vas a distraer a la mera hora. Arma un plan de acción: piensa en las tiendas donde crees que puedes encontrar lo que buscas. ¡Ah, y ve temprano!

No preguntarte: ¿Lo pagarías a precio completo?

Es cometer un error garrafal. Te ayuda cuando estás indeciso a la hora del shopping. Si no pagarías esa prenda a full price, entonces sólo te estás dejando llevar por la rebaja.

Llevártelo en varios colores

Cuando ves algo irresistiblemente barato, ¿cómo pasar de largo semejante oportunidad sin escoger la prenda en cada color disponible? La oportunidad aplica si te compras sólo una (ya muy generosamente, dos), no tres, ni diez. Piensa en el color que más usas o en el que te hace falta. Es el que debes comprar.

Las compras de pánico

Te dijeron por ahí que ahorita, sólo ahorita, hay un ofertón imposible de dejar pasar. Te levantas raudo y sólo piensas: “¿Qué me compro?”. Vas a la tienda y te llevas todo lo que ves… aunque al final nada te encantó. Esto pasa cuando compras por impulso, es más inteligente dejar pasar la gran barata que ir sin rumbo.

El ‘luego lo arreglo’

“¡Güey! Este saco está increíble, nada más tengo que arreglarlo un ‘poquito’ para que me quede perfecto, pero vale la pena, ¿no?”. ¡Pues no! Lo que sucederá con ese saco, vestido o lo que sea es que se quedará años esperando al sastre. Cuando por fin lo lleves te va a salir más caro el caldo que las albóndigas. Si no está en perfecto estado, o no te queda pintado, mejor no lo compres.