Lo que en realidad pasó…

Mucho se habla de la figura del quinto Beatle, pero poco se habla de la importancia que tuvo ese Beatle en la historia de la banda. Su nombre era Stuart Sutcliffe, y tocaba el bajo en la alineación original de la banda. Eso no quiere decir que supiera tocar el bajo; en realidad, John, quien era su gran migo, lo convenció de comprarse uno para poder incluirlo en la banda, dado que, como declaró Paul alguna vez, “era mejor tener un bajista que no supiera tocar, que no tener un bajista en absoluto”. En realidad, Stuart era pintor, y decidió entrarle a la banda para reforzar su imagen de bohemio: compró su bajo tras vender una pintura por 65 libras. Contrario a lo que pueda pensarse, no lo corrieron de la banda. De hecho, Stuart permaneció con los Beatles casi hasta que firmaron su primer contrato en 1962. La razón de que no haya figurado después se debe a un accidente que tuvieron algunos años antes. Mientras salían de una tocada, la banda, que todavía se llamaba “Long John and the Silver Beatles”, fue asaltada. En la trifulca, a Stuart le tocó un golpe en la cabeza que, al parecer, había sido sanado. Muchos meses después, tras una gira por Hamburgo, Stuart decidió quedarse en esa ciudad alemana para desarrollar su carrera de pintor, y porque se había enamorado de la fotógrafa alemana Astrid Kirschherr. Sin embargo, en 1962 le dio una hemorragia cerebral a causa del golpe que le dieron años antes. Y jamás pudo disfrutar de la fama de la que él fue pieza clave.

Lo que pudo haber pasado…

Stuart pudo nunca haber entrado a los Beatles, sino dedicarse a su carrera de pintor. Y entonces los Beatles, tal como los conocemos, no hubieran existido nunca.

¿Cómo hubiera sido todo?

La leyenda cuenta que el nombre de “The Beatles” surgió a partir de un sueño de John, o al menos así lo declararon en una entrevista en 1961: un día Lennon llegó a un ensayo diciéndole a sus compañeros lo siguiente: “anoche soñé con un hombre de sombrero que salía de un pay en llamas y me decía: ‘you should name your band The Beatles with an A’”. La realidad es distinta. Pasa que Stuart Sutcliffe tenía un sentido del humor exquisito: junto con John le imprimió la personalidad a la banda que apenas se formaba aquel entonces. El nombre de los Beatles se le ocurrió a él, junto con John, y era una broma: significaba, por un lado, “los que tocan con beat”, y por otro lado, su parecido con la palabra “beetles” (escarabajos) era un juego de palabras que hacía referencia a “The Crickets”, la banda de Buddy Holly. Al principio lo adoptaron como “Long John and the Silver Beatles”, luego “The Silver Beatles”, y finalmente como lo conocemos hoy en día. Además, fue la novia de Stuart, Astrid, la que les sugirió hacerse el peinado mop-top que los distingue hasta ahora. Así que respondiendo a la pregunta: sin Stuart Sutcliffe, hoy estaríamos rindiéndole homenaje a la banda “The Quarry Men”, como se llamaban originalmente. Y eso, estamos seguros, no tendría tanto punch.

Estamos seguros de que nos faltaron muchos escenarios hipotéticos. ¿A ti cuáles se te ocurren?