Un 25 de enero de hace dos años se nos fue José Emilio Pacheco. Su invaluable legado perdura entre nosotros. Figura central de la literatura hispanoamericana, siempre generoso, nos dejó incontables lecciones de vida. Estas son algunas:

Ser todólogo es lo de hoy, ayer y siempre

Como los grandes escritores, él se puso a disposición de la pluma y se dejó llevar. Creador de una vasta obra, José Emilio Pacheco no escapó de ningún género literario. Le entró a la poesía, a la novela, al cuento, al ensayo, a la crónica y era un traductor increíble. Fue autor de una quincena de poemarios, tres libros de cuentos y dos novelas. Ah, y también fue guionista. ¿Ubican la peli de ‘El Castillo de la pureza? Él escribió, en conjunto con el director Arturo Ripstein, el guión que ganó el Ariel en 1984. Y tú sigues sin titularte…

No eches choro mareador

José Emilio Pacheco defendía la claridad del lenguaje. Deseaba que su obra fuera accesible a todo público. Para él, la literatura estaba en todas partes y todos podíamos ser partícipes de su magia al leer uno de los cuentos incluidos en ‘El principio del placer o un poema como su emblemático ‘Alta traición’ (No amo mi Patria. / Su fulgor abstracto / es inasible. / Pero (aunque suene mal) / daría la vida / por diez lugares suyos, / cierta gente, / puertos, bosques de pinos, / fortalezas, / una ciudad deshecha, / gris, monstruosa, / varias figuras de su historia, / montañas -y tres o cuatro ríos.) Sencillez y claridad dicen más que tu merolico interior

Dile adiós a tu memoria de pez

Además de ser una enciclopedia andante e incansable dador de datos exactos, José Emilio Pacheco era un fervoroso creyente del poder de las palabras. “Mi lenguaje es mi única riqueza”, dijo rehuyendo de la nostalgia y el olvido (“Nada se restituye, nada otorga / el verdor a los campos calcinados. / Ni el agua en su destierro / sucederá a la fuente / ni los huesos del águila / volverán por sus alas.). José Emilio Pacheco, testigo de su época, nos comparte a una ciudad floreciente que terminó convaleciendo. Escribía también para ampararnos con su testimonio desde lo íntimo de una evocación. Pero seguimos con los sentimientos encontrados de la eterna crisis económica y el “aquí no pasa (ni pasó ni pasará) nada”.

Todos tenemos un amor imposible

Hay dos verdades en esta vida: todos nos vamos a morir y a todos nos han roto el corazón (y más de una vez a algunos desafortunados). José Emilio Pacheco lo sabía y nos lo comparte en Las batallas en el desierto, que es la agridulce historia de Carlitos con Mariana, la mamá de su mejor amigo, que lo friendzonea mal plan (bueno, tomemos en cuenta que el estupro es ilegal: el protagonista tiene unos diez años y la señora pos ya está madurona). En fin, #TodosSomosCarlitos en algún momento de la vida así que si sigues chillando por tu amorcito de primaria (esa a la que le jalabas la trenza, ese al que le robaste sus tazos) pasa a otra cosa mariposa (aunque Carlitos haya dicho: “Miré la avenida Álvaro Obregón y me dije: Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual. Un día lo veré como la más remota prehistoria. Voy a conservarlo entero porque hoy me enamoré de Mariana”). El long seller Las batallas en el desierto fue adaptado al cine en 1987. La dirigió por Alberto Isaac con guion de Vicente Leñero. También inspiró una canción de Café Tacuba incluida en su álbum debut.

‘Las batallas en el desierto’, su libro más popular, tiene una adaptación cinematográfica:

<a href="https://www.youtube.com/watch?v=1VdlbZqyCnU">https://www.youtube.com/watch?v=1VdlbZqyCnU</a>

Y hasta inspiró a Café Tacuba a crear este rolón:

Las batallas

<a href="https://www.youtube.com/watch?v=fMaxO5UCxIU">https://www.youtube.com/watch?v=fMaxO5UCxIU</a>

No seas farol ni te subas al tren del mame por convivir

La modestia y la discreción eran algunas de las virtudes de José Emilio Pacheco. Era accesible y no le gustaba hablar de sus logros para evitar como presumido. No ninguneaba a los jóvenes, quienes lo seguían, abarrotaban sus conferencias y veían en él un ejemplo de “eterno estudiante”, que no se cansa de aprender. Invitaba a observar, a estar consciente. La máxima de José Emilio Pacheco era “todo lo escribimos entre todos”. Siendo tan laureado, jamás abandonó el carácter popular de su escritura.

Rodéate de amigos chingones

José Emilio Pacheco formó parte de la conocida como Generación de los Cincuentas o de Medio Siglo, que incluía entre sus destacados miembros a figuras de la talla de Salvador Elizondo. Juan García Ponce, Inés Arredondo, Sergio Pitol, Juan Vicente Melo, Vicente Leñero y Carlos Monsiváis. Inmiscuido en la vida cultural, José Emilio Pacheco también sabía divertirse. En 2010 lo invitaron a él y a Monsi a un concierto de Café Tacvba. Él contó que él y Carlos Monsiváis eran “dos cabecitas blancas” en una esquina de la Plaza de Toros de Querétaro. Esos son amigos y no pedazos.

No te preguntes cómo pasa el tiempo

Vivir al día, vive “entre lo que ya no es y lo que no es todavía”.

¿Qué otras lecciones aprendiste del inmortal José Emilio Pacheco?

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