Su coqueteo

Una vez más,no digo que estén en este planeta sólo para coquetearnos y ponernos de buenas,pero aceptémoslo, saben que tienen ese poder y lo usan cada que pueden. Eso está bien, todo hombre disfruta aunquesea la mínima sonrisa de cualquier mujer.Que se rían de nuestros chistes, que nos agarren un brazo y sonríanaunque no les parezca gracioso, que sigan caminando contentas junto a nosotrosaunque sea más que obvio que no nos bañamos, nos hace el día. Les aseguro que cuando pasó lo de las TorresGemelas, alguien llegó a su casa en la noche para contarle a un amigo que una mujerle sonrió, y luego hablaron del ataque terrorista.

Y por eso, por hacernos sentir tantito deseadoscada que pueden, las amamos.

Hacernos héroes

¿A quién nole gusta sentirse el héroe? Sentirse como esa persona que rescató el día esalgo muy agradable. Creo que todossabemos que –tranquilamente– pueden abrir el bote de mermelada o cambiar el foco,pero nos piden hacerlo. Sí, tal vez porflojas, tal vez por malditas, pero el punto es que nos piden ayuda con cosasque "no pueden hacer" y cuando las hacemos nos sonríen y hacen que sintamoscomo que acabamos de detener el meteorito que venía a destruir a la Tierra…bueno, exagero, pero se siente chido saber que si necesitan algo, vendrán connosotros.

Y por eso, por hacernos sentirrelevantes aunque no lo seamos, las amamos.

Todo lo demás

Las amamosporque amanecer a su lado es un placer, porque dejan nuestras camisas oliendoincreíble después de usarlas, porque nos cuidan borrachos, porque nos perdonanlas estupideces que hacemos, porque entienden que a veces hay Super Bowl y queaunque sea en domingo no tenemos que comer juntos. Porque le van a nuestro equipo aunque noentiendan el deporte o toda su familia le vaya al archirrival, porque nos dicenque esa otra no nos merecía y por aguantar que aunque merecen los 365 días delaño, oficialmente sólo reciben uno.

Graciasmujeres. Felicidades.