Ahora que viene día de muertos y que podemos hablar de la muerte sin que nadie se ofenda, diremos que hay pocas personas que se sepan comportar correctamente en un velorio.La mayoría de nosotros vamos con la familia del muertito, repartimos abrazos, agachamos la cabeza y escapamos a donde están nuestros amigos… para contar chistes ¡ja!

Y es que lo malo (o bueno) de los velorios es que siempre te encuentras familia o amigos que hace tiempo que no ves y aprovechan para ponerse al día: la plática a veces se pone tan buena que al final nadie se acuerda del muertito.

Por eso, salimos a la calle y nos dimos a la tarea de recopilar los momentos más incómodos que ha pasado la gente en un velorio. ¡Esto es lo que nos contestaron!

– “En el velorio de mi abuelo se juntó familia que hace muchos años no veía: primos con los que conviví cuando era niña, unos estaban casados y otros ya tenían hijos. Me dio mucho gusto verlos así que nos pusimos a platicar en el patio. Alguien sacó una botella, luego fueron por otra, mi abuela puso canciones que le gustaban a mi abuelo y eso acabó en una borrachera tremenda ¡A brindar por el abuelooo!”:Marilú, 29 años.

– “El funeral de mi abuela fue el peor del mundo. Comenzó cuando empezamos a llorar un ataúd que no la contenía (hasta que alguien se asomó a la caja y dijo ‘ésta no es doña Lety’), luego se cayó de la mesa durante el traslado, llegaron familiares bravucones a pelear la herencia (¿cuál herencia?) y terminó con todos nosotros en el panteón, esperando el cuerpo durante más de una hora porque el chofer de la carroza fúnebre tomó un camino que no era. Ya veía a mi abuela desde el otro lado burlándose de nosotros”:Josué, 42 años.

– “Recuerdo que uno de mis amigos era el clásico que siempre hace chistes en los funerales. Un día murió su papá y cuando llegamos a darle el pésame nos recibió con un “quiten esa cara ¿pues quién se murió?” luego cuando le entregaron las cenizas nos dijo “ah caray, no sabía que te las daban calientitas”. Todos nos quedamos viendo con cara de “¡ah qué tonto!”, pero creo que fue el funeral más alivianado al que he ido”:Carlos, 39 años.

– “¿El peor? Chocaron a la carroza fúnebre que llevaba a mi tía cuando iba camino al panteón. Imagina eso de esperar al seguro mientras el cuerpo está adentro ¡qué terror!”: Thalía R., 29 años.

¿Y los de las funerarias qué han visto?

Por otro lado fuimos con el encargado de Funerales García, un pequeño local en Ermita Iztapalapa, para que nos contara qué era lo peor que le había tocado:

“Una vez, de último deseo, una señorita pidió que se le enterrara con vestido de novia. La verdad es que fue un sufrir para los familiares conseguir uno, y cuando lo llevaron la muerta ya estaba muy tiesita. La neta es que lo que tuvimos que hacer fue… pues tronarla ¡Pero es que se tardaron mucho!”.

– “Nos han tocado muchas peleas. Recuerdo una muy fea, cuando la familia ya estaba velando a un señor y de repente llegó la otra familia, con todo e hijos. No sabe la que se armó aquí, tuvimos que llamar a la patrulla”.

– “Con la violencia de la zona, a veces nos entregan los cuerpos bien malhechitos, todos incompletos. No se ría, pero como podemos los acomodamos, les ponemos vendas, rellenamos su ropa con trapos. Uno hace lo que puede, joven, cuando vienen completitos hasta nos alegramos”.

– “Sólo una vez me tocó un tipo que era narcosatánico, o satánico o vaya usted a saber. Todos sus amigos eran como punks ¿sabe? Con la cara pintada y ropa negra. Pusieron la cruz al revés, mi jefe ya no sabía qué hacer porque eso es como de mala suerte. Estuvo bien feo y echamos agua bendita luego de que se fueron”.

“¿Crematorios? Acá no hacemos cremaciones, pero conocemos muchos en el negocio. La mera verdad, para qué le voy a mentir, a veces no le toca el muertito que debe ser o las cenizas vienen revueltas. El tiempo de cremación es de unas 4 horas dependiendo del peso de las personas, pero si hay una falla en el horno lo común es que la urna se rellene con otros. Perdone joven ¿esto va a salir publicado?”.

Por respeto al señor funerario, no pondremos su nombre pero nos queda claro que cuando uno se muere ¡pues qué más da!

¿Tú tienes una mala anécdota con velorios?

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