Porque llegar a la oficina y sentirte como en casa, no tiene precio. Postres, peluches, fotos, discos stickers y más nos hacen desear traer nuestra cama, es lo único que nos falta. Por suerte nuestra oficina se presta para eso, tenemos espacio suficiente para poder hacer y poner lo que queramos. Llegar a la oficia nunca es tan malo, es como volver a entrar a tu cuarto, sólo que con otro propósito. El trabajo se aliviana. No es como otras oficinas grises y aburridas.