La Lagunilla
Por: Colaborador
El santuario vintage
Guiados por Joël de Fandiño
Joël recorre a diario los mercados
de la ciudad en busca de piezas únicas. Ha llegado hasta El Faro Oriente: «el
más peligroso porque se pelean a golpes por la mercancía». Como no somos tan
osados, seguimos la ruta de Joël por algunos puestos célebres de la Lagunilla.
El hilo conductor: compra barato y viste elegante.
«La gente no sabe lo que vende», cuenta Joël que una vez
encontró aquí un abrigo de mono con un valor de 15 mil dólares en $900. En otra ocasión, un sombrero
Cristian Dior original de mil dólares, en $200. Este tipo de hallazgos
convierten al lugar en mina de oro para el conocedor paciente o para el
comerciante sagaz. La Lagunilla es un museo vivo, destino final de los objetos
robados, perdidos u olvidados. Tiene una tradición comercial que se remonta a
épocas prehispánicas y que se ha desarrollado con el espíritu de barrio y con
personajes icónicos de la mexicanidad .
Es vestuarista del canal 22. Su barrio es la Roma y ahí vende vintage remodificado, en la tienda HOE (Córdoba 108, Roma, 4336 1976).
Huele a pachuli, los pasillos son angostos y el sol se
filtra caliente por las lonas de colores. Hay que esquivar a quienes se
detienen intempestivamente. A Joël le sorprenden unos encajes de seda, sin
usar, de la época victoriana. Reconoce que: «la historia de la moda se
encuentra en el Centro: marcas como Diluve, Tintoreto, Pedro Laredo de los 70 y
80.»
El puesto de Diana en el área de la
cháchara antigua tiene abrigos como de la realeza rusa y a precios módicos
comparados a los del mercado formal. Uno de lomo de cerdo cuesta $3,500; otro
de borrego tibetano con 64 colas de cibelina y zorro dorado en $10,000. Le
parece una ganga: «a la gente se olvida lo que fueron las cosas».
Javier es proveedor de sombreros para rockstars y
producciones cinematográficas. Los más antiguos son de Panamá, pero los hay de
copa, bombines, australianos, de gangster, fedoras y boinas. Algunos de sus
clientes son: Giménez Cacho, Café Tacvba y Ely Guerra.
Guadalupe de León tiene 20 años con este puesto de
vestuarios desde el siglo XIX hasta los 70. Es proveedora de todos los
vestuaristas del país y de múltiples producciones de cine como Arráncame la
Vida o
La Matanza de Tlatelolco, en esta última perdió toda la ropa por manchas de
sangre. «La gente que vende esto debe tener un pequeño trastorno y los que
compran sin duda. Dios nos hace y nosotros nos juntamos», concluye nuestro
guía.
La lagunilla. Eje 1
Norte y Brasil, Centro, sáb-dom, 9-15/16 hrs. Metro Lagunilla.