Todos queremos ser como Glenn: piloto con el libido de 100 pubertos. Es seductor y mujeriego. Y sin enfermedades de transmisión sexual.

Lo más fregón de este chistín es que inicia como una charla “normal” de Quagmire en la prisión visitando a una rea y darle amor. De pronto (efecto de risas), la cortinilla de un sketch cómico que hasta tiene cancioncita y el remate “Giggitty, giggity, let’s have sex”. No tiene precio.