Desde videos de secuestros artificiales hasta montajes que simulan redadas: en sus cuentos la violencia es sencillamente cotidiana.

[Biografía]

-Acapulco, 1977.
-Licenciada en Comunicación y maestra en Literatura Mexicana.
-Es Premio Nacional de Novela Ignacio Manuel Altamirano, Estatal de Cuento María Luisa Ocampo, mención especial en el Concurso Nacional de Dramaturgia Joven Gerardo Mancebo del Castillo, y mención honorífica en el Concurso Nacional de Cuento Joven Alejandro Meneses.
– Hoy divide sus energías entre la literatura, el teatro, el periodismo, la docencia y, cuando es necesario, la promoción cultural.

«No me preocupa ser verosímil: lo que escriba será leve comparado con la realidad.» Iris garcía

[Una anécdota]
Los cuentos que forman Ojos que no ven, Corazón desierto fueron escritos en momentos muy distintos, desde 1997 hasta 2008, así que cada cuento tiene su historia. Por ejemplo, «Gatos pardos» lo escribí a finales de 2004 porque me impactó saber sobre el asesinato de un homosexual en Puebla: habían metido el cadáver en una bolsa de basura. En el cuento, los protagonistas son un comandante de la judicial, Chucho el loco, y un director de averiguaciones previas, el Licenciado Flores. Al principio sólo quería hablar del poco interés de las autoridades por resolver crímenes de odio, pero al final los personajes, uno de ellos con homosexualidad reprimida, son los responsables. El cuento se quedó en un cajón hasta que en enero de 2006 lo llevé a un taller. Los comentarios que recibí fueron desde que tenía que suavizar el lenguaje «porque estaba mal que una mujer escribiera tantos disparates», hasta que la historia resultaba poco verosímil. Una semana después una compañera me dijo: «Atraparon a Chucho el loco»: en el DF habían aprehendido a un ex militar que ligaba homosexuales en la Zona Rosa, los torturaba, los asesinaba y luego los metía en una maleta. Ya no me preocupa la verosimilitud: lo que escriba será leve comparado con la realidad.

[La ficción Vs La realidad]

No escribo para superar la realidad sino para entenderla. Veo noticias, leo periódicos, hablo con compañeros reporteros y me preocupo por lo que está pasando, no digamos en el país, con la gente que conozco: la semana pasada a una amiga le tocó ver un levantón. Nos hemos vuelto testigos presenciales de la violencia. Allan Poe decía que sólo entendiendo el mal podíamos soportarlo. Si leemos a Poe vemos que el mal para él era un hecho consumado, irreversible; para nosotros es el estado de las cosas; ya no basta con entender para soportar, eso implicaría aceptar que la violencia permanezca como parte de nuestras vidas. Hay que generar conciencia de las razones del mal. Si hay algo en lo que la ficción pueda superar a la realidad es en su capacidad de ofrecernos al menos hipótesis de cómo funciona el mundo y el ser humano, incluso su lado más oscuro.

[Ella recomienda]

El complot mongol de Rafael Bernal, para entender cómo llegamos a un sistema político decadente, preocupado por intereses de grupos, no por el bien común.

[Su libro]

Ojos que no ven, corazón desierto, Tierra Adentro, 2009, $60.