Durante el ensayo, tu guitarra resbala y alcanza a darse un golpe contra el piso. Nunca te había pasado y no sabes a quién acudir. Los cuates de inmediato te “sacan del problema” recomendándote cada quien “al mejor” de los técnicos. El problema ahora es saber cuál de todos es, la neta, el mero mero.

Calidad mata billete, rollo, carita y todo

En el mercado de los instrumentos musicales puedes encontrar mucha gente que dice ser experta en reparar guitarras eléctricas, pero son unos cuantos quienes en verdad la mueven, así es que ¿para qué arriesgarte a que solamente te den baje con tu lana?

Para ahorrarte la chamba de andar buscando al bueno, platicamos con varios músicos que coincidieron en recomendarnos a Rodrigo Castellanos García y su taller Colibrí, porque, dicen, ahí se hace un trabajo de mucha calidad y a un precio justo.

La trayectoria

Rodrigo lleva 12 de sus 38 años dedicado a la reparación y construcción de instrumentos eléctricos de cuerdas, es decir, guitarras y bajos. El oficio que aprendió “de mi maestro Carlos Carbajal, quien ha tenido varios discípulos, está Daniel Chávez –que también tiene su taller- y estoy yo, que somos quienes aprendimos con Carlos y nos dedicamos de lleno a esto”, dice.

¿Oficio o carrera?

Rodrigo nos aclara que lo suyo es un oficio y, aunque su maestro es egresado de la Escuela Nacional de Laudería, en su momento fue menospreciado por sus colegas al querer incorporar los instrumentos eléctricos a la carrera, pues ahí solo se dedicaban a instrumentos frotados. ¡Lo equivocados que estaban ha sido demostrado por el desarrollo de la música eléctrica!

Atienden a todo el que lo necesite

Rodrigo nos contó que, aunque entre sus clientes hay maestros, músicos de sesión y quienes acompañan a los cantantes de Televisa, en Colibrí atienden a todos por igual. “Para nosotros es lo mismo que venga un chavito que está aprendiendo o un maestro, porque nosotros no vemos si alguien tiene renombre o es famoso; pero el 80 ó 90 por ciento de nuestros clientes viven de la música”, nos platicó.

Su fuerte

Este apasionado de su carrera nos aclaró que el fuerte del taller son los mantenimientos ya que una guitarra requiere mantenimiento de 3 a 5 veces al año, que es cambio de cuerdas, octavación, enderezado de brazo, limpieza de circuitos, etc. Luego vienen las reparaciones menores, luego las reparaciones mayores “o sea que se les cayó la Gibson y se les rompió la cabeza”, señala Roodrigo.

“El otro segmento del taller es la fabricación que es el más reservado, el más pequeño, a lo mejor en 10 años hemos elaborado 100 instrumentos porque son muchas horas de trabajo”, indica.

Sin prisas

Hablando del tiempo que se lleva hacer una guitarra, Rodrigo nos expuso que “a partir de que el cliente la pide a que se la entregamos aproximadamente 6 meses, en horas efectivas de trabajo quizá sean 200 horas”. Aclara que en el taller solamente trabajan su esposa y él, lo que garantiza la calidad de sus trabajos.

Mejor una guitarra propia que una de marca

Al parecer, cada día más gente considera que es mejor tener una guitarra fabricada para ella que una de marca, porque el mercado está creciendo, dice nuestro amigo. Afirma que, “aunque sigue habiendo malinchismo porque regatean el precio de una de nuestras guitarras mientras que no lo hace por una de marca, hay cada vez más gente interesada en hacer su inversión con nosotros”.

Su prestigio

Rodrigo explica que el precio de una de sus guitarras sencillas es similar al de una Fender nacional, que ellos ofrecen un año de servicios sin costo y una garantía contra defectos de fabricación -que se pierde se quien la compró llega a venderla o si le mete mano otra persona-.

Contáctalos

Acércate a este taller que se ubica en Mesones 20 interior F, casi esquina con Bolívar, Centro, en un horario de martes a viernes de 11:00 de la mañana a 6:00 de la tarde y sábados de 11:00 de la mañana a 3:00 de la tarde. A través de Facebook en Colibrí Guitars and basses México, en su página de interneto al teléfono 35471599.

Aprovecha para visitar los cafés, bares y restaurantes que hay en la zona, como la cantina La Mascota, que está en la planta baja del mismo edificio y donde se come de primera.

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