¿Qué pasó?
Fidel se ha convertido en uno de nuestros personajes favoritos del género de la comedia involuntaria. En esta ocasión, el líder cubano estaba dando un discurso. Como acostumbra, terminó de hablar con la frase: “Hasta la victoria, siempre”. Recogió sus papeles. Dio un sorbo al agua. Se retiró del estrado dignamente, caminó un par de pasos. Frente a él, un escalón que no vio. El cubano no alcanzó ni a meter las manos, y se fue a estampar directo contra un montón de sillas.

¿Qué debió haber dicho después del oso?
Lo que dijo antes: “Hasta la victoria, siempre”.

La forma de prevenirlo, para la próxima…
Castro hizo lo correcto: poner a su hermano a dar discursos. Él, con sus pants ADIDAS, a gusto.

Madrazómetro: 8 de 10.

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