Desde el «ya merito
pasamos» hasta el «nos vamos al mundial», el Ángel de la Independencia -que en
realidad es la Diosa de la Victoria- es la locación tradicional de toda
celebración chilanga…
porque hay que recordar que, aunque parece, no todo es
futbol, señores: acá se hacen conciertos y se toman bonitas fotos de bodas, XV
años
(también debería eliminarse la tradición de poner 15 con números romanos),
graduaciones y un sinfín de festejos que sólo le quitan lo bonito a la
glorieta. Si para eliminar el mal gusto hay que quitar el Ángel, ¿qué estamos
esperando?
Quizá lo primero que deba desaparecer
sea esa manía por gritar que «sí se puede» justo antes de que el destino
demuestre lo contrario.