Capítulo IV

Hace 28 años la fiesta del Mundial se vivió en nuestro país.El terremoto del 85 no le impidió que los mexicanosse emocionaran por la celebración más grande del futbol y por el contrario, se levantaron para ser hospitalarios con los invitados y se ilusionaron con el paso de su selección.

Una ilusión que les duró hasta los cuartos de finalpero a la que se entregaron de manera incondicional. Lo pudo sentir cada jugador de México hasta que una tanda de penales los condenó.

Pero ¿cómo se vivió este ciclo en el vestidor del Tri?Fernando Quirarte, el heroico anotador de dos goles y uno de los ‘villanos’ contra Alemania, lo cuenta.

Una larga concentración, y la alegría de anotar

Ese Mundial demandó que la seleccióntuviera una concentración de un año. El técnico Bora Milutinovic armó una prelista y la Federación Mexicana de Futbol se encargó deconseguir departamentos y habitaciones de hotelpara los jugadores de provincia que estaban en ella. Entre esos nombres estaba el de Fernando Quirarte, defensa de Chivas.
Estaba recién casado y los entrenamientoslos alternaba con la convivencia con su esposa hasta quellegó la fecha de inauguración del Mundial.
México debutó el 3 de junio, tres días despuésen un encuentro ante la selección deBélgicay Fernando lo recuerda como si hubiera sido ayer.
Aúnsiente emoción por haber escuchado el himno nacional a capeladespués de que se fue la luz en el Azteca, y por supuesto, la magia de haber anotado el primer gol de la selección en ese Mundial.
Me describe con precisión el centro que mete al área Tomás Boy y cómo él lo remata de cabeza.“Era una jugada que teníamos fabricada, entrábamos cinco como en trenecito,yo era el tercero y recuerdo que brinco encima de Javier Aguirre y de algunos belgas, y conecto la pelota que sale a la izquierda del portero Jean Marie Pfaff”, corría el minuto 23.
Con ese tanto y uno más de Hugo Sánchez, se ganó ese partido 2-1. “Fue una sensación padrísima, una alegría inmensa.Para mí ese gol significaba mucho porque meses antes mi papá había fallecidoy yo había soñado con hacer un gol y no hice otra cosa más que levantar las manos en agradecimiento como diciéndole a mi papá ‘gracias'”.

El gol de Negrete en primera fila y el pase a cuartos de final

Fernando anotó un gol más en la victoria 1-0 ante Iraq y el equipo avanzó con siete puntos a octavos de final. En esa instancia se enfrentaron a Bulgaria y sucedió uno de los momentos que más recuerdan los aficionados mexicanos: el gol de tijera de Manuel Negrete.

“Era una jugada muy vistosa, una jugada que él practicaba siempre en los entrenamientos, y logró hacer ese gran gol para México”. En seguida Javier Aguirre le propina un jalón de cabello a Negrete y se arma la bolita, “era el reflejo del compañerismo que había, aunque claro con los problemas que puede haber en cualquier equipo pero siempre con un respeto”.

Porque la lucha de temperamentos era fuerte. Había un Tomás Boy, un Javier Aguirre, un Hugo Sánchez, “al final Bora supo llevarlo por buen camino para que no hubiera ese tipo de problemas, pero por supuesto que el liderazgo de cada quien se imponía”. Lo que importaba era que se había ganado 2-0 y el pase a cuartos de final.

Después vino el partido contra Alemania. Fernando recuerda que un avión de la Fuerza Aérea Mexicana, prestado por el presidente Miguel de la Madrid, los llevó hasta Monterrey.
Todo iba bien, el equipo mantuvo el 0-0. Quirarte no cree que el cambio de sede -del Azteca al estadio Universitario- haya afectado al equipo, en todo caso debió mermar en los alemanes por el calor.
No se supo sacar provecho del hombre más, y luego las cosas se emparejaron con la expulsión de Aguirre en tiempos extra.

El penal fallado

Entonces se vino la tanda de penales. “En el descanso llega el señor Bora a preguntarnos quién quiere tirar, y yo soy el primero que levanta la mano porque estaba muy motivado. Había hecho dos goles y decía ‘si hago otro va a ser mi tercer gol en un Mundial'”.

Negrete anotó el primero y después Fernando se paró frente al portero Schumacher, y vio que este se aventó a un costado. En décimas de segundo lo pensó y tiró al centro “pero con tan mala fortuna para mí que cuando ya estaba casi cayéndose, le pega al balón con la punta del pie izquierdo y lo para. Increíble, la fallé y luego vino Servín y como dicen, la puerca torció el rabo”, porque fue el segundo errado, mientras que los alemanes metieron sus cuatro.

“Hubiera sido algo ideal haber jugado contra Francia en mi casa, en Guadalajara, yo estaba ilusionadísimo con eso”.

El velorio

Ahí terminó el sueño mundialista de esa selección. Los jugadores regresaron al DF con caras largas, sin decirse nada más que los ‘hubiera’. Quirarte se sentía solo, triste, lleno de amargura y dolor. Esa noche en su departamento la pasó mal y evitó a toda costa ver la televisión.

Después regresó a Guadalajara y ahí el recibimiento fue diferente “me sentí Chicharito”, porque varios aficionados y dos camiones, uno con su familia y otro con periodistas, lo llevaron hasta el palacio de gobierno, donde lo recibió el gobernador Enrique Álvarez del Castillo.

Ahí se sintió reconfortado y pudo pensar en el momento con un poco más de ánimo: “Ahora lo recuerdo como gajes del oficio, mi consuelo era que si falló Platini, que no fallara yo”, porque ese mismo día en Guadalajara también hubo penales entre Brasil y Francia, y entre los que erraron estaba Michel Platini.

Alemania, en la final

Fernando Quirarte pudo ver la final del Mundial en un palco del Azteca. Argentina-Alemania. Él, sin una pizca de rencor, no deseaba que perdieran sus verdugos, los alemanes, más bien sólo pensaba en que quería que ganara Argentina, porque le simpatizaba más su futbol.

Vivir un Mundial como futbolista fue lo mejor que le pudo pasar en su carrera, y ahora como aficionado, pudo disfrutar de otra manera de Brasil 2014. Aunque ahora, en contraste, quiere que Alemania sea campeón por la misma razón por la que se inclinó en el 86 por los argentinos.

La misteriosa imagen en La Villa

A 28 años el efecto de ese Mundial no ha pasado, porque ser un aficionado al futbol va más allá de ponerse una playera o de preparar la botana para ver los partidos. Ser un verdadero aficionado te permite tener sentimientos indescriptibles cuando ves un gran gol o un futbolista te regala una impresionante jugada.
Algunos van al Ángel a festejar un resultado o se rapan la cabeza para pagar la apuesta que mantendrá a salvo su honor. O como el aficionado que llevó un retrato de Fernando a La Villa y la colocó junto a la Virgen de Guadalupe, para agradecerle que hubiera marcado el primer gol de aquella Copa en México.
Hace cuatro meses que alguien más se la hizo llegar por e-mail a Quirarte y desde entonces volvieron a aflorar sus recuerdos de aquel junio de 1986.