La décimo primera edición del tradicional festival que rinde los honores al rock
en tu idioma. Uno de esos eventos donde el orgullo por la latinidá
surge en su máxima expresión pero rockera, nada que ver con los premios
Lo nuestro, pero sí con desbordarse con bandas como Café Tacvba
aclamadas como el non plus ultra mexicano.

Premios Los Nuestro: haciendo creer al mundo que en Latinoamérica en vez de metro usamos líneas de conga, desde 1989.

Manadas
de parroquianos tienen varias misiones en el Vive: emborracharse, salir
apestoso de sudor, ronco, bailar slam, darle las tres a un toque,
abuchear, aplaudir, bailar ska, comer pollollo, sabrosear a las
muchachas (os), comprar souvenires chafas y decir que estuviste ahí.

Foto: el Libro Vaquero del Rock Folclórico

¿Pero
en serio es un festival que vale la pena? Dos días de derroche parecen
validar la devoción que genera año tras año, las bandas se repiten y
hasta a Ximena Sariñana la hemos visto cantar en ese escenario, artista
de relleno dizque rocker. Aunque tenemos bellos recuerdos como cuando
la sexy Ely Guerra enseñó chichi y pasó a la historia de los vive como
un momento memorable.

¿Achí chi vas al Vive?