Una de las industrias más golpeadas con el auge de Internet es la editorial. Claro, ya no se necesita esperar 30 días para leer el próximo número. Las noticias llegan con una velocidad mucho mayor que hace diez años y comprar un periódico se ha convertido en una actividad más de culto que de utilidad. Por supuesto que pensar que el Internet ha reemplazado a las revistas es tan bizantino como pensar que el cine fue suplantado por la televisión. Pero aun así, las editoriales del país no podrían más que sonreír y hacer fiestas estilo romano para celebrar su triunfal regreso. Algunas publicaciones post-caída de Internet:

  • Google Print. Cada tomo con las búsquedas que los primeros sugirieron 500,000 lectores a la editorial… y uno que otro anuncio recomendado.
  • Wikipedia Comunal. En el centro de cada delegación y municipio, un libro gigantesco de consulta. Si no te gusta lo que lees puedes tachonearlo y poner tu versión de las cosas. Siempre deberá haber un policía vigilando lo que cambias, porque si no eso se convertiría en un desastre sabiondo del que no queremos imaginar sus resultados.
  • Blogs de personajes mediáticos en versión impresa. Más Lorets y Lopez Dórigas y menos talentos emergentes de la red. Qué hueva.