Le marqué desde un teléfono público lejano a mi casa; no quería que supiera mi número ni la zona donde vivo. Tras escuchar cómo amedrenta a sus víctimas, no quería arriesgarme. Hice varios intentos de contactarla en su celular, donde contestaba otra persona que sólo decía que le dejara mis datos y que ella se comunicaría.

Finalmente, un día contestó.

Su voz era tranquila. Nada fuera de lo común: una señora de cincuenta y tantos años, amable, suave. Al menos al principio:

—Me dicen que usted es una periodista, pero yo no hablo con periodistas, para eso está la oficina de Los Pinos –aseguró.
—Precisamente me gustaría preguntarle sobre su trabajo en Los Pinos…
—¿Quién es usted? ¿De dónde llama?
—De la revista Chilango…
—¿Para qué quiere hablar conmigo? Deme su nombre y mándeme una identificación, un comprobante de domicilio, copia de su IFE y su pasaporte, y cuando la investigue podríamos hablar. ¿Hablar de qué?
—De cómo usted trabaja con mujeres: les ha ofrecido trabajo en Los Pinos…
—Mándeme lo que le pido y veré si me interesa. Si no lo manda, no hablaremos.

La conversación no duró mucho, pero sí lo suficiente para entender un poco mejor la forma en que opera María Reina de Miranda Corbalá. Desde hace más de 16 años seduce, defrauda y después amedrenta, de la misma manera que intentó hacerlo conmigo, a mujeres de clase media alta: les ofrece un puesto en la residencia oficial de Los Pinos, en el círculo cercano a la esposa del Presidente.

A Reina la gente le cree tanto como para entregarle su dinero, autos, tarjetas de crédito, documentos personales como pasaportes y visas. Todo con tal de acceder al pequeño círculo del poder.

El sexenio pasado utilizó el nombre de Martha Sahagún de Fox, ahora afirma que está en contacto directo con Margarita Zavala de Calderón. En la residencia presidencial no la conocen y niegan categóricamente que alguien con su nombre trabaje ahí. Tanto en el área de Recursos Humanos como en Comunicación Social, e incluso la oficina de la licenciada Margarita Zavala, afirman que nunca ha laborado ahí. Eso no ha impedido la estafa.

Al final Reina no sólo les quita sus bienes materiales, sino que destruye sus relaciones cercanas, su autoestima y la posibilidad de que vivan tranquilas. Hasta hoy no existe denuncia penal contra Reina. El miedo paraliza a todas las personas que han caído en sus engaños.

Mientras tanto, Reina sigue operando.