Por Ruy Feben, Mael Vallejo y Mónica Isabel Pérez,
que creen que hay que pasar del "sí se puede" al "no me chingues".

(Síguelos en twitter: ¡son igual de chistosos!: @ruyfeben @maelvallejo @_m_o_)

Sabemos
que es muy probable que muy poca gente lea realmente la nota que ahora
escribimos con tantísimo cariño. Sabemos que, a estas horas, estarás
planeando a dónde irás a ver el partido de México contra Sudáfrica; que
estarás organizándote con tus amigos, adelantando chamba, checando que
el lugar al que planeas ir a desayunar esté abierto a esas horas. El
mundial saca del mexicano sus mejores capacidades de organización:
agencias de viajes que arman paquetes increíbles, usuarios de Internet
que monitorean concursos para ganar viajes gratis, incluso grupos de
amigos que logran hacer una réplica del Ángel para llevársela a miles
de kilómetros de aquí, y un presidente que, casualmente, decide hacer
ese importantísimo trabajo que tenía que hacer en África justo en estas
fechas, de manera eficiente. Lo decimos desde acá: si lo que queremos
es que México sea un país de primer mundo, deberíamos pugnar para que
la FIFA haga un mundial cada dos meses.
Claro: la otra opción es que
nos salga lo hooligan, y así como vamos a Sudáfrica a pelearnos a
golpes con los sudafricanos que se manifiestan en pro de su selección,
nos quedemos acá a pelearnos con los 400 pueblos, con el SME. Pero
esperen: eso ya pasa. ¿Será que la FIFA sí organizó un mundial eterno y
no nos hemos enterado? ¿O será que los políticos mexicanos son
hooligans aunque no haya futbol, y les dé por reprimir en ciertos
lugares (¿hubo partido en Cananea?) pero por olvidarse de otros? Ya ni
sabemos; la verdá es que ya estamos desvariando. Es culpa de la fiebre
pambolera.