Matilde Montarcé, tía de Mario, vivía con su familia a 400 kms de Neuquén, en Bahía Blanca. Poseía cierta fortuna pues su hijo, Roberto Depietri -primo de Mario-, había sido jugador del Toluca y los Pumas en México.

Mario Palacios fue contratado a fines de los 90 como staff del dueto musical Pimpinela, que justo daría un recital en Bahía Blanca, a donde viajó.

Con un abrazo, Mario y Roberto -apodado "Ringo"- se encontraron en la estación de ómnibus de esa ciudad, junto al helado mar del Atlántico.

En un bar, evocaron entre risas viejos recuerdos, como los días en que juntos pescaban en los canales de Darwin.

Depietri, para entonces promotor de futbolistas argentinos en México, notó los serios problemas económicos de Mario. -Dame tu currículum y lo presento en el Club Toluca para ver si pueden darte trabajo -le ofreció Ringo. Depietri entregó al club un CV de su pariente, que incluía cursos en el Lejano Oriente, meca del ping-pong.

Tras unas semanas, Matilde les avisó que Mario había sido aceptado. Eufóricos, los Palacios sacaron un viejo globo terráqueo para ubicar a Toluca. Aunque no la hallaron, festejaron con un asado.

El pingponista llegó al Aeropuerto de Ezeiza el 22 de enero de 1999. Bastó que se subiera al avión para cambiar de clase social.