Bien dicen por ahí que a cada iglesita, le llega su fiestecita; así, a todos (o a casi todos) les llega la hora de reafirmar la identidad adulta y dejar atrás la casa paterna. De tal modo, si a tus 39 años estás pensando en independizarte, antes de hacerlo, toma en cuenta los diversos obstáculos que tienes que librar.

Además de juntar la lana de tus rentas, buscar un roomie y todo lo demás, uno de los escollos que debes pasar es la añoranza y el cariño de tus progenitores, quienes ya te están extrañando aun cuando todavía no te has ido.

Pensando en eso, hicimos un listado de cosas que hacen los padres con tal de que los hijos no vuelen del nido. Ahí les va:

-Ayudarlos en sus quehaceres domésticos: tender su cama, arreglar su cuarto, lavar y planchar su ropa… ¡todo!, “con tal de que no te vayas, mijo”.

-Darles una feria para sus gastos cotidianos: pasajes, ropa, fiestas, salidas con la novia, el novio o los amigos, “y si necesitas más, me avisas, que para eso soy tu padre”.

-Cero regaños, reclamos y reproches: nada de echar bronca, si acaso llegan por la madrugada en estado de ebriedad, pues “éste siempre será tu hogar”.

-Cocinarles sus platillos favoritos: sus verdolagas, su molito, sus pasteles cumpleañeros (aunque no cumplan años), atole hecho de arroz… “¡Atáscate que hay lodo!”

-Fingir enfermedades: luxaciones de cartílago, inflamación de las glándulas sebáceas, soponcio, pie de atleta, síndrome del jamaicón (sobre todo este último).

-Curarles la cruda: vengan los chilaquiles y las chelas bien elodias en esos infernales domingos de resaca. “¿Quén lo quele?”

-Permitirles hacer fiestas en la casa: “Diviértanse aquí, mijo, estarán más seguros. Si quieres nosotros nos encerramos en el cuarto”.

-Autorizar que los yernos se queden a dormir con las hijas: “si quieres dile que se quede, mija, para eso te compre tu cama queen size, ahí caben bien”.

-Prestarles el auto: “Ya le puse gasolina; no te preocupes por mí, ya nomás si puedes échame un aventón al Metro”.

-Cederles la casa para un encuentro romántico: “mejor quédense aquí, no hay problema por nosotros, nos vamos al cine o con tu abuelita”.

-Darles regalos costosos: smartphones, tablets, así como aquellas baratijas que no compraron en la infancia: “hijita de mis entrañas, te compré tus sábanas de Hello Kitty”.

-Cargarles saldo en el celular, sin falla, una vez a la semana: “te hice una recarga para que estés bien comunicado. ¿Está bien así o te pago el plan?”.

-Ir por ellos a la escuela o al trabajo: “ya es muy tarde, cómo se va a venir mi princesa en Metro. Mejor voy por ti”.

-Chantajes al por mayor: tristeza aguda, lagrimeo constante, fatiga crónica, desgana, soliloquios de melancolía, arrebatos de dolor (“¡ay, ay, ay!”).

Como podrás ver, estimadísimo chilango, volar del nido no siempre resulta fácil, más si eres presa de tanto afecto y atenciones como éstas. Allá tú si decides contradecir la generosidad de tus padres. Lo que sí no debes dejar de hacer es platicarnos tu experiencia: ¿a qué obstáculos te has enfrentado para independizarte?

También checa:

Formas nacas de decir que hoy toca echar pasión
Formas naquérrimas de decir que vas al baño
Razones por las que un iPhone rifa más que un date