Vivir, reír, gozar… Existen situaciones en nuestro día a día que nos sacan una sonrisota de oreja a oreja, como cuando te encuentras dinero en la calle o te subes al micro y el chofer va escuchando una rola de tu agrado. Entonces, todo es pachanga y alegría en el corazón.

Sin embargo, no todo es tamal en el bolillo; también hay ocasiones en que el destino cruel juega con nuestros sentimientos. A veces, experimentamos circunstancias que anuncian algo chido, pero al final todo acaba siendo una terrible decepción.

Por eso es que, para burlarnos un poco de tan méndiga suerte, hemos realizado esta lista de pequeños momentos que nos llenan de ilusión y después, casi de inmediato, nos dan gacho pa’bajo, dejándonos un sabor de boca tan amargo como el vómito de Satanás (¿lo han probado?).

1. Cuando estás en el Metro, en el andén atiborrado de gente, y ves llegar un tren vacío. Tu corazón palpita de placer, pero… ¡ay! Luego de bajar la velocidad (nomás como para emocionarte) se sigue de largo rumbo a otra estación.

2. La ocasión en que tu jefe, el mero mero de la oficina donde laboras, te felicita por tu chamba y te dice “mereces una compensación”. Lógico, lo primero que imaginas es un aumento de sueldo, pero no, te da una taza con el nombre de la empresa.

3. Suele suceder que abres el refri y ves un botezote de helado (¡Napolitano!). Te sientes el ser más afortunado del universo (¡yomi-yomi!), pero lo destapas y ves que está lleno de frijoles con arroz de un día anterior. ¡No es de Dios!

4. Estás que te comes las ansias porque esperas un mensaje de tu cariñito azucarado. Suena tu celular y vas corriendo a revisar, pero ¡nel! Se trata de tu compañía telefónica: “obtén el doble de saldo en recargas de 100 pesos o más”.

5. Vas al estadio y tu equipo favorito mete un gol de último minuto (¡en tu cara, cochino América!). Ya cuando te repones del festejo, ves con horror que el árbitro marcó no sé qué cosa y el gol ha sido anulado. ¡La porra te saluda!

6. Descubres la fila con menos gente en el súper: sólo un señor formado con unos rastrillos en la mano (¡a wilbur!). Te formas gustoso, pero ya cuando le van a cobrar al susodicho, hace una seña y de la nada aparece una ñora con un carrito lleno de despensa como para todo el año.

7. Clásico que tocan a tu puerta y esperas que sea alguien especial, por ejemplo, el amor de tu vida o algún amigo que hace años no ves, pero ¡naranjas agrias! Son los testigos de Jehová que vienen a evangelizarte. ¡Oh, my dog!

8. El profe de la escuela te dice: “tienes 10”, y justo cuando estás apunto de gritar de satisfacción, el maestro lanza una pregunta que cae como balde de agua fría: “¿Si te apellidas Longoria Zúñiga verdad?” Resulta que te confundió y tu verdadera calificación es cinco. ¡Noooo!

9. Cuando el galán de tus sueños más calenturientos llega y te dice: “quiero confesarte algo, pero no me atrevo”. Brincas de gusto y piensas que por fin ya se te hizo, pero no, sólo escuchas lo peor: “estoy enamorado de tu amiga”.

10. Vas en el Metrobús en hora pico y de repente, como por arte de magia, se desocupa un asiento junto a ti (¡gracias, Dios!), pero de entre la masa de cuerpos aplastados, se abre paso una ruquita como de cien años que apenas puede sostenerse en pie. ¡Adiós a tu oportunidad de irte sentado!

11. Llegas tarde al trabajo y ves que el jefe no está en su oficina, por lo que piensas “¡qué chido, le gané!”. Entonces con toda la calma vas a tu lugar y… ¡sopas!, ahí mero está esperándote.

De esta manera, concluimos este recuento de momentos insufribles que primero nos emocionan y después nos decepcionan. ¿Será que esperamos mucho de la vida? Puede ser que sí, pero no importa, ya llegará nuestra revancha. Mientras tanto, cuéntanos tus experiencias: ¿has vivido alguna de estas crueldades del destino?

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