Cuando nos dicen que debemos usar lentes, no imaginamos todo lo que viviremos. Pensamos que nuestro look será mucho más intelectual, que sólo necesitamos elegir unos lentes que vayan de acuerdo a nuestro estilo y a la forma de nuestra cara y ya.

Oh, decepción. Usar lentes tiene sus bemoles. No sólo significa que ya no daremos trastazos para encontrar todo, sino que implica muchísimas otras cosas de las que nadie habla.

Por ello, aquí les enlistamos algunas cosas que deben enfrentar día a día aquellas personas que utilizan lentes de armazón y que se niegan a utilizar lentes de contacto, o bien, a operarse:

– Siempre, SIEMPRE hay que ajustarlos cuando se resbalan por la nariz. Aún cuando siguen quietecitos en su lugar, nos los acomodamos. Cómo no.

– Si te agarra la lluvia, es un santo lío. Tienes que limpiarlos todo el tiempo.

– ¿Qué nos dicen de tomar algo caliente? Bah, siempre quedan empañados.

– Si eres cabezón… ah, canijo. Debes utilizar lentes cuyas patitas se ajusten a las grandes dimensiones de tu calabaza.

– Y si pierdes los lentes, es un problema encontrarlos. Vamos, sólo con lentes vemos y la realidad en blur no ayuda.

– Lo peor de buscar los lentes durante horas es descubrir que los tienes como diadema.

¿Usar lentes de sol? Un sueño. Claro, a menos que te mandes hacer unos con graduación; que consigas de esos que se ponen negros en cuanto entran en contacto con el sol (ultra ochenteros) o que uses cualquiera y te consigas a un lazarillo.

Si planeas ir al cine en 3D, debes ponerte los lentes que ahí te dan sobre los tuyos. Cero sexy.

– Usar lentes convencionales e intentar salir a correr con ellos es un triunfo. A menos que uses los que se fijan por detrás.

– Muchas chicas se quejan de que el maquillaje no luce tanto con lentes.

– Si sale un objeto disparado hacia ti, tus lentes se ponen en peligro inminente.

– Perderlos por siempre no es agradable. Encontrar otros que te ajuste a la perfección puede ser una tarea titánica.

– Cuando alguien osa pedirte tus lentes para probárselos y “saber qué se siente”, generalmente recibes comentarios como: “uy, mano, ¡con ellos puedo ver el futuro!”; “órale, estás bien cegatón”; “¡ya me mareé con tan sólo ponérmelos!”. Bien jocosos.

– No puedes jugar gotcha.Si te pones el casco del juego, los lentes se empañan de inmediato. Y si te quitas los lentes, no ves nada (y al ponerte el casco del juego quedas totalmente inhabilitado para correr y escapar).

– Implica un gasto. Y uno GRANDE.

– El bullying de la primaria. Recibes todo tipo de apodos, como: cuatro ojos, topo, Milhouse.

– Llegar exhausto a la casa y tirarte sobre la cama es prácticamente imposible. Debes articular tu mano para que llegue a tu cara y quitarte los lentes.

– Quedarte dormido con ellos resulta infinitamente incómodo. Además, al despertar te das cuenta de que quedaron más chuecos que la fayuca.

– No puedes acostarte de lado para leer o ver la tele.

– Quien no se haya metido a bañar con lentes, no ha vivido.

– Usar audífonos tipo iPod no es nada cómodo. Siempre es mejor utilizar los que te cubren por completo las orejas.

– Si tienes hijos, siempre verás huellitas de sus dedos a donde vayas.

Siempre existe el riesgo de que se te caigan en la sopa o en tus chilaquiles con salsa verde.

– Si te subes al tren del mame y te compras uno con los que parezcas hipster, es muy probable que en un tiempo ya no estén de moda.

– Cuando te los quitas, tus ojos se ven chiquititos y siempre habrá alguien que te lo haga notar.

Pfff… larga lista, ¿no? ¿A qué otras cosas se han enfrentado ustedes que usan lentes?