Un episodio del Condorito o la última chiquilla desnuda en la Playboy, aferrado a una silla de ingeniería ejemplar y siempre rodeado de pura presencia masculina.

Un anacronismo del machismo, como el de las cantinas y las pulquerías, pero el único que sobrevive.

Extraordinarios los cortes del cabello: técnicas aprendidas por décadas y décadas, con los métodos del más delicado de los talleres del Renacimiento. Negocio familiar, lleno de aprendices.

Es verdaderamente hermoso cuando para un servicio existen todavía los aprendices.

Se antoja y sabe a viejo. Puro anacronismo.