En el pasillo del Metro Ermita de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México una señora de cabello blanco, falda negra, suéter amarillo y blusa roja contempla consternada la foto gigante de un cuarteto de adolescentes coreanos de rasgos delicados. Su mirada refleja la consternación de no saber en realidad qué está viendo ¿Quiénes son estos chicos?, “nunca los he visto en la tele”, parece pensar.

Para ella nada significan los nombres de Super Junior, After School, G-Dragon, BigBang, MBLAQ, Girl’s Day, Kim Hyung Joong o CNBlue, que es el grupo de K-Pop que está viendo en esta exposición organizada por el Centro Cultural Coreano de la Embajada de Corea del Sur en México.

Imagino que las mismas dudas que esta señora tiene al respecto de estas imágenes las tendrán cientos de otras personas que no saben cómo es que la música popular de Corea del Sur se hizo tan famosa en nuestro país.

K-Pop, en el DF

En noviembre del año pasado el grupo Super Junior se presentó en una Arena Ciudad de México abarrotada de adolescentes que no dejaron de gritar ni un solo momento. Más de 22 mil mexicanos cantando, llorando, y suspirando en un idioma que debería serles ajeno, pero no. “Hubo tours para venir a la Ciudad de México a verlos” recuerda Karen Hernández, la coordinadora de mercadotecnia de la Friki Plaza, quien también es una de las encargadas de organizar desde hace un año uno de los torneos de K-Pop Dance Cover más populares. Lo ha hecho en varios puntos del país y el fin de semana le tocó turno al Centro Histórico del Distrito Federal.

Al referirnos a Dance Cover hablamos de grupos de chicos y chicas que imitan la coreografía, pasos, mímica y elementos que ven en los videos de sus grupos favoritos de K-Pop, cuya alineación puede tener hasta 12 elementos. Para este concurso de K-Pop Dance Cover de Friki Plaza, se enfrentaron en una eliminatoria 30 equipos (de máximo 5 integrantes) de los cuales 10 se presentan ante el jurado más difícil en la gran final de este día, otros “k-popers”.

“Tiene como 6 años, más o menos, que llegó una fuerte corriente de K-Pop a nuestro país. Llegaron grupos de chavos con coreografías muy preparadas, que estéticamente estaban más producidos que cualquier grupo gringo y las chicas empezaron a adaptarlos. Se aprendieron las coreografías, las canciones y surgió el “Dance Cover”, platica Karen, quien asegura que todo empezó con el gusto del “iDol” japonés. “De repente todos se dieron cuenta que había algo más padre, más divertido y pegajoso. Y es cuando brincan todos al KPop”, explica.

Pero para muchos este nuevo género musical es algo más que una moda, como lo cuenta Irais Alonso, una estudiante de 18 años que participa en el grupo Dark Evolution. “Es como ese sentimiento del ¡BOOM! Nos da esa energía que otras canciones no nos dan. Nosotros nos identificamos con Corea del Sur y la música que viene de ahí. Los vemos y queremos llegar a tener esa vibra. Al verlos en los conciertos felices bailando, nosotros queremos ser felices bailando también. Hacemos lo que nos gusta y somos felices”

El concurso

¡Energía, energía, energía! No lo crees hasta que los ves arriba del escenario. Sus pasos son exactos, sus movimientos alegres, cada uno de sus músculos agitados desprende cálidas sorpresas a quienes los miran. “Llevamos una vida normal como cualquier otra persona, pero queremos entregar pasión. Que la gente cuando nos vea bailar diga ¡WOW! Tal vez no recuerde nuestros nombres, pero que recuerde “Ah, esos que bailaron esa canción me gustaron, me emocionaron, ¡quiero volverlos a ver!” afirma el joven estudiante de medicina Isaías Enriques, el único integrante masculino de Dark Evolution.

“En el año que llevo organizando el concurso, he visto grupos en toda la república que son muy buenos, que invierten en sus vestuarios como si fueran los grupos que están imitando”, me cuenta Karen Hernández mientras uno a uno los casi 50 participantes que saltan a la tarima para hacer lo que les corresponde: Darlo todo por el equipo. La concentración es esencial, un solo error de sincronía puede echar el trabajo de todos los demás.

Decenas de personas (niños, adolescentes y adultos) se acomodan lo mejor que pueden para estar cerca del escenario y ver a su grupo favorito. Todos gritan, sin embargo las porras más fuertes provienen de los grupos que esperan su turno tras bambalinas. Cada movimiento intenso es celebrado por la competencia.

¡Energía, energía, energía! No lo crees hasta que los ves arriba del escenario… y al final de la final, los 5 chicos que conforman School Beat fueron los ganadores que se llevaron consigo los 3 mil pesos que son el premio mayor de este concurso. “Aquí encontré algo que me gusta, que puedo expresarme y mostrar una parte de lo que soy. Ese sentimiento de emoción y energía me lo guardo para cuando bailo, ahí explota” me cuenta un hiperactivo miembro de School Beat llamado Marco Osuna. Él tiene 20 años y trabaja como “agente telefónico” y confiesa que entre llamada y llamada practica un poco sus pasos. Dos amigas del trabajo lo vinieron a ver y es que, según él y su compañero Armando Álvarez, el K-Pop es una muy buena forma de conquistar “chicas”.

School Beat, los campeones

El concurso termina, todos vuelven a casa para alistarse. Ensayar de nuevo 2, 3, 4 horas al día. Lo que sea necesario con tal de perfeccionar su coreografía. Mantenerse innovadores como dice Karina Carrillo, integrante de uno de los grupos de Dance Cover más longevos de la ciudad: Jay Dance Group (formados en 2007): “Me atraen por el baile. Hay muchos grupos en Estados Unidos, pero no tienen las coreografías. Del K-Pop lo que me gusta es que sus grupos son innovadores, son muy diferentes a los de aquí (de México). Es lo principal, lo que te atrae, porque son diferentes”.

Todo esto es muy contagioso ¿Seré muy viejo para bailar K-Pop en un grupo de Dance Cover? Probablemente sí, y mis rodillas no me lo agradecerían tampoco. Pero no estaría de más que pusiera un par de canciones en mi iPod para echar un par de buenos pasos al día.

¿Y a ustedes, chilangos, les late la onda del K-Pop?

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