Llevo una hora esperando subir al cuarto y último piso del edificio que se encuentra en el número 9 del Eje Central Lázaro Cárdenas. La dirección quizá no les diga mucho, pero si menciono que este es el “Bazar del Entretenimiento y El Videojuego” les daré una idea de lo que hago yo aquí. Ninguno de los adolescentes que se arremolinan inquietos a mi alrededor esperando subir junto conmigo llaman a este lugar con ese nombre, todos lo llaman “Frikiplaza”.

La razón por la que todos queremos subir al último piso es porque hoy se celebra la final Concurso Nacional de Cosplay 2014, en donde los 22 mejores cosplayers del país están concursando para ganar un viaje para dos personas a Japón, con todos los gastos pagados ¡Nada mal!

Cuando por fin logro subir una intensa ola de calor golpea mi rostro. Todo el lugar huele a sopa ramen; y está por demás decir que hay muchas más de 500 personas emocionadas vitoreando hacia el escenario en donde un joven disfrazado de Kratos, el protagonista del videojuego God of War, realiza uno de los mejores performance de cosplay que he visto en los últimos años.

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En medio de una escenografía hecha de cartón, el antihéroe pelea con sus dos espadas contra un dios olímpico gigante y acartonado. Su actuación es con movimientos enérgicos y agresivos, su cabeza está completamente rapada. No sólo está disfrazado, está poseído por el papel. Él es Kratos.

Frente al escenario todo es alegría y diversión, sobre él, profesionalismo en las actuaciones; pero tras bambalinas el nerviosismo se apodera de algunas personas. Claudia Arriaga seca sus lágrimas cuando ve que me acerco a ella para preguntarle qué le pasa, “Es que estoy muy nerviosa” me contesta. Tiene 40 años y viene de Puebla para apoyar a su hijo Ángel, de 18 años, quien concursa por primera vez fuera de su ciudad natal. “Él es la segunda generación de cosplay, porque yo alguna vez también lo hice”, afirma orgullosa Claudia quien ayudó a su hijo durante los 6 meses que se tardaron en hacer el traje de “Cefiro” con el que concursará el día de hoy.

Aunque la mayoría de los que aquí concursan se adentraron a este mundo a través del Anime, hay muchas historias con inicios diferentes, como la de Miguel Ángel “Kento”, a quien este hobbie ayudó a salir de una depresión muy fuerte, “Me ayudó a tenerle de nuevo amor a la vida”, afirma.

Kento viene disfrazado de “Cell” y no sé si sea por nostalgia o porque simplemente es idéntico al villano clásico de Dragon Ball (con todo y sus casi 2 metros de estatura y los relieves en la piel verde de su traje) pero es uno de mis competidores favoritos.

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El calor aumenta en la sala. Han pasado 6 horas desde que inició el evento y el cansancio no parece haber mermado el ánimo del público, compuesto en su mayoría por adolescentes y confundidos padres de familia que acompañan a los espectadores más jóvenes. “¿Por qué mi hija quiere vestirse de colegiala que combate demonios en lugar de jugar con sus Barbies?” es la pregunta que se dibuja en todo el rostro de estos padres y madres. Una expresión única.

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Terminan de pasar los concursantes, pero no hay tiempo de respirar, ahora Ricardo Silva salta al escenario vestido con un traje negro de lentejuelas brillantes y la actitud de showman en la sonrisa. Él es el intérprete de los openings de Dragon Ball Z, Digimon, Súper Campeones y otros nerdgasmos. Sin decir agua va, suelta su primer éxito: “¡Shala, head shala! No importa lo que suceda, el ánimo mantendré…” Todo explota en emociones, el piso vibra con los saltos y todos alzamos las manos al aire tratando de hacer una Genkidama.

El regiomontano Irving Bolaños es psicólogo de profesión, da terapias clínicas y trabaja como coordinador de recursos humanos. Lo que seguramente no pone en su currículo es que es un excelente costurero. Su disfraz de “Peach”, la princesa de Mario Bros, acapara la mirada de propios y extraños por su nivel de detalle. Otro traje que acaparó las miradas fue el del novato procedente del “Dulce reino de Toluca”, Juan Carlos Toledo, quien interpreta al Dulce Príncipe.

La actuación de Ricardo Silva termina y con ella la deliberación de los jueces.Los primeros nombres salen de la lista de ganadores. Víctor Constante, Kratos; y Juan Carlos Toledo, El Dulce Príncipe se llevan el segundo y tercer sitio, respectivamente. No terminan de decir el nombre del veracruzano Gerardo Herrera, cuando éste ya está saltando de júbilo por todo el escenario. El público está a favor del resultado. Todos gritan, es la locura.

Gerardo personificó a Marcus Fénix, el personaje principal del videojuego Gears of War, en un performance que no podríamos más que calificar como: sangrientamente épico e irrepetible. A partir de aquí todo pasa rápidamente y termina con los tres posando sonrientes para la foto, sosteniendo trofeo en forma de dragón (creado por la escultora Patricia Martos) que los acredita como los mejores del país.

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Gerardo baja corriendo las escaleras del escenario. Está extasiado. Tiene 29 años, es de Orizaba y se va a ir a Japón.“No gané yo, ganamos todos los que me ayudaron a hacer mi cosplay. Me tardé 3 meses y me ayudaron 3 amigos, pero mi agradecimiento va para todos. Un día, un amigo me regaló las placas de Gears, me dijo tú tienes que ser Marcus ¡Y pum, gané!”

-¿Te vas a Japón?, ¿qué vas a hacer allá?“Quiero ir a la Torre Tokio, quiero ver si no se está cayendo. En los animes siempre se andan queriendo madrear”, me dice soltando una carcajada final. Qué tiene de malo, si después de todo el Cosplay se trata de diversión.