Rafael conoció a Concepción Avendaño en 1977, cuando él trabajaba para el cantante brasileño Nelson Ned en el centro de espectáculos Stelaris. «Iba cada semana a hacerme manicure a una estética, pero corrieron al chavo que me atendía. Busqué otra estética, y un día llegué y vi a Concha, me gustó y empezamos a salir. Nos casamos al año».

La boda fue en la iglesia ubicada frente a la casa de Juanito. No había un error en las invitaciones: los nombres de los novios eran los mismos que los de los padres del novio: Rafael y Concepción. Hubo mole, 200 invitados y dos pasteles. Cuatro años después, ya tenían tres hijos: Carlos, Ricardo y Raúl, el menor, que estudió Administración de Empresas y se mantiene tan alejado como puede de la carrera política de su padre.

Con aquella mujer, 10 años mayor que él, estuvo casado casi dos décadas. «Teníamos muchas peleas —explica Juanito—, algunas subidas de tono». Se divorciaron en 1997.

«La verdad es que Juanito es mujeriego —comenta su amiga N—. Él la quería aunque muchos no entendieran por qué: no era muy agraciada y tenía un carácter fuerte. Al final, ella fue la que se cansó».

UN HIJO MUERTO

La noche del 26 de julio de 2003, Rafael y su segundo hijo, Ricardo, llegaban a su casa en la calle Elpidio Canales, en la combi familiar. Antes de estacionarse, otro auto se les emparejó y descargó 10 tiros en la camioneta. Los agresores huyeron. Ricardo, de 23 años, murió al instante: una bala perforó su cráneo. A Rafael lo trasladaron a la Clínica de Especialidades Balbuena, según él, con seis balas dentro.

—¿Por qué los atacaron? —le pregunto.

Para recordar la muerte de su hijo se lo ve tranquilo, indiferente. Antes de responder, jala su camisa y deja al descubierto una cicatriz. Debajo aún conserva la bala que se alojó cerca del hombro derecho. «Semanas antes de ese día había denunciado a unos hijos de políticos ante los medios de comunicación. Fue una venganza», dice.

—A los hijos de qué políticos…

—Sólo voy a decir que eran dos hijos de políticos importantes.

Pido que me brinde más información. Aunque según su propia versión pesaría sobre él la muerte de su hijo, Juanito se niega, tajante, a dar cualquier otro dato. Sin embargo, hace poco más de dos semanas declaró a la revista Emeequis que la denuncia fue a los hijos de Martha Sahagún por enriquecimiento ilícito.

Carlos, su hijo, también se niega a hablar: «Perdón. Todavía es demasiado doloroso».

N, quien lo conoce desde esa época, habla de la conducta de Juanito después de la tragedia: «Cambió mucho. Se volvió mentiroso y siempre que lo encontraba olía a alcohol.»

En los periódicos Metro, El Universal, El Gráfico, La Jornada, La Prensa y Reforma del 21 de julio al 10 de agosto de ese año no hubo una sola mención de la muerte de Ricardo Acosta Avendaño ni notas sobre la supuesta denuncia de Juanito.

En la calle Elpidio Canales los recuerdos son vagos: balazos nocturnos, varios minutos de silencio y dos ambulancias que llegaron de madrugada.