Hace más de veinte años, el excelso ex presidente Carlos
Salinas de Gortari (nuestro Lex Luthor y Chupacabras nacional) prometió que con
su gobierno México entraría al primer mundo. Y pues no. La verdad es que entre
la crisis que nos dejó y la racha de grupos maletas como jeans y Mercurio, la
decepción fue más bien gacha. Nunca imaginó que, pasada una década del nuevo
milenio, su predicción se haría por fin realidad: por fin, igual que en Nueva
York y en Londres y en Madrid, en el DF tuvimos nuestras propias explosiones
inesperadas: por culpa de un corto circuito en unas líneas subterráneas de la
CFE, se registraron cinco explosiones en distintas esquinas del primer cuadro.
Dicen (pero, claro, sólo son especulaciones sustentadas por el morbo de quienes
no muy querían a LyFC) que las explosiones fueron un boicot (palabra altamente
primermundista) del SME: ¿ves? Si es el tipo de cosa que sólo pasa en países
ricos y en pelis de Will Smith. ¡Y nosotros estamos a la altura! ¡Toma eso, devaluación
del peso!

Foto: el líder sindical del SME, ahora que somos
primermundistas.

Pensándolo bien, debe haber sido medio divertido estar ahí.
Sentirse Jackie Chan y eso. Por otro, confirma lo que nos decían nuestras
madres: "nunca pises una coladera, te puedes caer"; claro: nunca dijeron caer
para dónde ni si sería en contra o en el sentido de la gravedad.

Coladeras: dándole a las madres ideas para hacer de sus hijos una bola de obsesivos compulsivos
desde 1789.

Pero bueno: olvidémonos de los cortos circuitos (que nos
hacen preguntarnos si CFE estará tan bien como algunos dicen: ¿a ti no se te va
la luz a la menor provocación de lluvia? ¿es normal que haya explosiones como
estas, así de la nada?), de las acusaciones al SME (México es surreal, pero no
sabemos si para tanto), de que nadie esté cuestionando a la propia CFE. Seamos
prácticos, miremos al futuro. ¿Qué sigue en nuestra historia de país recién
ingresado al primer mundo? Maestros de escuela disparando a sus alumnos, quizá.
Gente prendiéndose fuego en las esquinas para hacer protesta. Síndromes psicológicos
a la medida del paciente. Vaya, el cielo es el límite. Después de todo, ¿quién
necesita la economía de primer mundo, las oportunidades, los trabajos, si se
puede tener directamente el estilo de vida enfermo, los miedos a las cosas que
estallan?

Prototipo de máscara para el baile de los viejitos, circa
2011