El miércoles 3 de febrero la lluvia seguía cayendo con
fuerza: Chalco y El Arenal se inundaban, y la noticia acaparó
los medios, que dejaron el caso de Escamilla como mera nota roja. El Instituto México Secundaria estaba vacío. El rumor
casi ensordecedor que 1,500 adolescentes producen cualquier otro día no llenaba
sus patios y salones. «Esto ya valió madres», dijo uno de los profesores a sus
compañeros, mientras caminaban hacia la plática que un tanatólogo les daría para
aprender a manejar psicológicamente lo sucedido un día antes. Los pocos alumnos
que no se enteraron de la suspensión de clases estaban en el auditorio,
esperando a que sus padres los recogieran, viendo una película de Disney.

Mientras tanto, la capilla de la Quinta Soledad estaba llena de
estudiantes, padres y religiosos.
Pese a las
pruebas periciales, el cuerpo de Escamilla estaba arreglado para el funeral; estaban presentes la hermana y la madre del difunto, además de altos directivos
maristas. «Pedro hizo lo que tenía que hacer», dijo el párroco frente a 200
personas amontonadas en la casona marista de más de 4,000m2,
en el centro de Tlalpan. Para los católicos, el suicidio es un pecado mortal; a
pesar de ello, a Escamilla se le enterró de acuerdo con los cánones de la
congregación, aun con la investidura de Hermano. «Hasta hace tiempo se
consideraba que quien se suicidara no tenía perdón de Dios; ahora dejamos en
Sus manos la decisión de perdonar la falta o no. Dios juzga no sólo el
suicidio, sino la vida entera», afirma el padre José
de Jesús Aguilar, de la Arquidiócesis de México.

Los Maristas no son sacerdotes, aunque sí toman votos.
Dedican su vida a la «misión de educar». En México poseen más de 30 colegios,
así como misiones, casas de descanso
y de formación en 12 estados. De los 3,800 Hermanos que hay en todo el
mundo, poco más de 150 están en México, donde la congregación va decayendo;
incluso un Hermano que pidió el anonimato, declaró que, para como se ven las
cosas, las escuelas maristas serán de laicos dentro de 30 años. En el IMS, uno
de los colegios maristas más grandes de la ciudad, sólo hay tres Hermanos en
funciones.La congregación ha educado gente como el ex
rector de la UNAM Juan Ramón de la Fuente, los escritores Carlos Fuentes y
Jorge Volpi, el tenor Plácido Domingo, el astronauta Rodolfo Neri Vela, y los
políticos Porfirio Muñoz Ledo, Carlos Salinas de Gortari y Manuel Bartlett,
entre otros.

Las clases en el Instituto México
se suspendieron hasta el lunes siguiente. Durante los días sin clases, los
foros de internet se llenaron de especulaciones, rumores, acusaciones. En la
página de Internet del IMS sólo había un escueto mensaje: «Se ruega a toda la
familia del Instituto México Secundaria una oración por el eterno descanso del
Hermano Pedro Francisco Escamilla»
. La escuela estaba sin cabeza y así siguió
durante dos semanas, cuando el subdirector Juan Montúfar tomó el cargo de
director. El día del regreso a clases, cuatro días después, la recepción del IMS
se llenó de padres que exigían explicaciones, gritaban a la recepcionista,
pedían hablar con los Hermanos: «¿Cómo que había armas en la escuela?»; «¿Cómo
sé que mi hijo está seguro aquí?».

Sus preguntas iban acorde al
reglamento escolar que publicó el propio Escamilla: «Se prohíbe de manera
estricta el porte de armas de cualquier índole. Está prohibido el porte de
encendedores, cerillos o explosivos de cualquier índole. La violación de esta
disposición es causa de retiro definitivo del(a) alumn@». La respuesta de la
dirección del IMS a los padres fue a través de un memorándum que estuvo varios
meses pegado en la mayoría de las ventanas de las oficinas del colegio. En él
se señala que lo sucedido fue un «trágico accidente» y pide a la comunidad
«unión y tranquilidad». Asegura que sus hijos están seguros y que fue un hecho
aislado.

Sin embargo, las versiones se
esparcían entre padres de familia y alumnos. La que especulaba que Escamilla
había sido asesinado
crecía. Otra señalaba que el arma había sido hallada en su
mano izquierda, mientras que la bala había entrado por el lado derecho del
cráneo. En las teorías esparcidas por foros de internet, facebook, salones de
clase y casas, había más de 10 posibles autores del supuesto fraude y, por
ende, posibles asesinos.

Otros culpaban al gobierno del DF
por el incidente. En enero de 2010 el GDF había embargado una de las cuentas
del colegio por negarse a participar en el Programa de Transporte Escolar
Obligatorio que este había decretado. El IMS era uno de los colegios
seleccionados para empezar el programa que entró en marcha en julio de 2009,
que obliga a las escuelas con más de 1,240 alumnos y que ocasionan «caos vial»
a contratar autobuses para transportar a sus alumnos. El IMS se negó a acatar
la resolución
por considerarla un cargo excesivo a los padres. En octubre de
2009 recibió una multa por $551,228, que no pagó, y su cuenta fue retenida. La
Arquidiócesis Católica, en su semanario Desde
la Fe
del 18 de febrero, tocó el tema. Calificó el suicidio
como «inexplicable» y
agregó: «él no aceptó la imposición del transporte gratuito para las escuelas y
su valiosa vida terminó fatalmente». También exigió a Ebrard «trabajar
seriamente en combatir la delincuencia» .

La secretaria de Medio Ambiente
capitalina, Martha Delgado, hizo declaraciones al día siguiente: descartó que
el suicidio de Escamilla tuviera como motivo la multa. Pero dijo que «sí tiene
que ver con un problema en la administración de los recursos del colegio».

Las dudas sobre el suicidio de
Escamilla las despejó el procurador capitalino, Miguel Ángel Mancera: «No
tenemos ya ninguna duda de que efectivamente se trató de un accionar de arma de
fuego por parte de él (Escamilla), las pruebas periciales salen positivas y
tenemos un mensaje póstumo. Los estudios de grafoscopía establecieron que la
carta encontrada junto a su cuerpo fue escrita por él». Despejó una
interrogante, pero dejó abierta otra: «Ya abrimos una averiguación previa por
el supuesto fraude. No hubo denuncia, pero como hay una acusación directa en la
carta, se abrió de oficio».

Hasta hoy, son pocos los miembros
de la comunidad marista que hablan al respecto. La
orden que los Maristas dieron a los Hermanos, maestros y empleados fue guardar
silencio. «Tengo voto de obediencia y me ordenaron no hablar», fue la respuesta
más común que dieron los Maristas a los que se le solicitó una entrevista. Se negaron a entregar una postura oficial sobre el
suicidio y el presunto fraude. «Muchas gracias por la invitación a la
entrevista pero nosotros no tendríamos respuestas a tus preguntas y la
institución no se ve beneficiada, ni algo parecido, con lo que se pueda opinar
respecto al tema», señalaron en un mail. Quienes hablaron lo hicieron
anteponiendo el anonimato. Pero hubo uno, Víctor Ortega Campos, director del
Colegio México Primaria de Orizaba, que habló sobre el tema del fraude: «Nos hacen auditorías cada seis meses, sería imposible
que eso sucediera y no se dieran cuenta, incluso (la Secretaría de) Hacienda lo
habría notado. Hay que hacerle caso al vox pópuli: En ninguna de las
instituciones maristas se dio un fraude. Además, por un fraude de tal tamaño,
si lo hubiera, no se suicida nadie
, ese supuesto fraude se paga con la
colegiatura de un mes del IMS -1,500 alumnos que pagan 4,300 pesos cada mes.»

El 8 de febrero los alumnos volvieron a clases
preguntando a cada profesor, en cada materia, qué había pasado. Nadie tenía
respuestas. Hacia dentro de la congregación, el tema quedó zanjado: la preocupación
no era, al menos a la vista pública, el supuesto fraude, y el suicidio se
asumió con la respuesta final del caso. La carta póstuma de Escamilla nunca
salió a la luz, ni se reveló el nombre de la persona a la que acusaba del
fraude, ni se indagó sobre los motivos de Escamilla para suicidarse.

A los Hermanos les preocupaba más que el 14 de febrero estaba cerca, y
discutían sobre la conveniencia de
celebrarlo. Para algunos era irrespetuoso, para otros era agregar más conflicto a los alumnos. Al final se
autorizó su realización: como despedida, todos los alumnos le escribieran una
carta a Escamilla. Después las quemaron en el patio de la escuela.