Amado u odiado, el Temo es producto de las clases populares. Es pueblo. Gracias al fútbol, ha dejado la pobreza para convertirse en estandarte del éxito de su barrio. Es el “sí se puede” de la Unidad Tlatilco. Nació en medio de una familia con serias limitaciones económicas: «Aunque nunca nos faltó de comer», precisa doña Hortensia. Cuenta que ella fue madre soltera de cuatro hijos: Cuauhtémoc, Ángel, Ricardo y Ulises. Sólo pudieron tener un padre hasta que se casó con Leonardo Silva, “El Bigotes”, Hace 24 años. Sus dos primeros hijos, Ángel y Cuauhtémoc, son Blanco Bravo. Los siguientes dos Ricardo y Ulises, son Bravo Molina. Sólo los dos restantes, Mauricio y Leonardo, son Silva Bravo.

—Pero los seis se llevan muy bien, como lo que son: como hermanos. Como madre soltera los pude sacar adelante con la ayuda de mi familia, de mi mamá, de mis hermanos y de mi abuelito.

El padre biológico del Temo, Faustino Blanco, no se hizo cargo de él ni de su hermano mayor, Ángel. Don Faustino aún vive, pero Cuauhtémoc tiene muy poco contacto con él.

Quizá fue su bisabuelo, abuelo de doña Hortensia, quien sustituyó la figura paterna. Se llamaba Baldomero, trabajaba de mariachi en Garibaldi y tenía un reservado en la Arena Coliseo. Era apasionado de la lucha libre y le iba a los técnicos.

Doña Hortensia recuerda que un día, cuando Cuauhtémoc tenía 10 años de edad, ella lo llevó a la Coliseo, a una función de boxeo. Era la primera vez que veía a dos hombres fajarse a puñetazos sobre el ring. Tras una lluvia de golpes, uno de los contrincantes quedo bañado en sangre. El niño quedo impresionado y empezó a llorar. «Nos tuvimos que salir —dice doña Hortensia— porque el Temo no dejaba de llorar.»

Tanto quería a su bisabuelo que cuando Baldomero sufrió una embolia, él mismo le cambiaba de pañal y le daba de comer su papilla. Cuauhtémoc tenía quince años cuando su bisabuelo murió. «¡Uy, vieran como lloró! Se le quería aventar (a la fosa) cuando lo estaban sepultando», recuerda doña Hortensia.

Infancia fácil no tuvo. Por eso doña Hortensia Bravo se molesta en serio cuando escucha que le dicen naco a su hijo: «Cuauhtémoc es de barrio, ¡pero naco no!»

—El publicista Carlos Alazraki dijo que tú representabas cabalmente al mexicano porque eres «el naco que todos llevamos dentro». ¿Te consideras naco o de barrio?

—Yo soy de barrio. Y en el barrio, cuando tienes un don, tienes que aprovecharlo. Mi don fue el fútbol y gracias a Dios lo aproveché. Se que esto da muchas vueltas, pero creo que hasta ahora he aprovechado ese don que Dios me dio.