DFondo de nuestra hermana revista
Chilango no. 32
Junio 2006

Episodios inéditos de a vida de Cuauhtémoc Blanco, el crack que en su momento la Volpe vetó.

Fotos: Cortesía mediotiempo.com y Notimex

Pensamos que no volveríamos a verlo burlarse de sus adversarios en un mundial de fútbol. Con suerte, lo pudimos odiar o aplaudirlo tres o cuatros años más con la camiseta de su América, ahora en su retiro norteamericano. Esta es su historia, sus palabras, su misterio.

Una vía de tren parte por la mitad la unidad Tlatilco, en la colonia Nueva Santa María. Por las mañanas y por las noches, todos los días, los torpes vagones cimbraban los multifamiliares a su paso. Para el niño Cuauhtémoc Blanco, el paso del ferrocarril era ya un temblor de fondo mientras apuntaba con su canica a las de sus contrincantes.

En esa tarde de 1979, quizá 1980, estaba sucediendo lo imposible: iba perdiendo. Para colmo, su canica no tocó siquiera a la de su rival. Estallaron las burlas de los niños: un estruendo mayor al de todos los ferrocarriles juntos. La furia se crispó en su nuca. Sus manos rápidamente tomaron las canicas de todos y echó a correr.

Minutos después, tocaban a la puerta del departamento de doña María de Refugio Molina, abuela del pequeño ladrón de canicas. Abrió Hortensia Bravo, la mamá. Los ojos del niño tras la puerta clamaban justicia.

—Señora. ¡El Temo me quitó mis canicas!

Desde entonces era un niño que no soportaba perder.