Ir al karaoke es el deporte godínez por excelencia. ¿Qué mejor manera de exorcizar el estrés de la oficina que acudiendo a uno de estos bonitos establecimientos con micrófono abierto? Sí, en teoría —y sólo en teoría— suena bien, pero cuando estás ahí te das cuenta de que la gente canta SIEMPRE las mismas rolas. No exigimos calidad vocal de conservatorio, con que le cambien al repertorio nos conformamos. Si no nos creen, aquí les va un top con las 10 rolas más sobadas de los karaokes.

La planta

Sí, ya sabemos que andas bien ardido porque descubriste que tu exnovia andaba regalándole el tesorito a más de uno y tú ni por enterado, pero ya es hora de superarlo. Por más que le cantes “no como tú, que ya estabas recogida” no vas a ver restituida tu dignidad, al contrario, lo único que estás provocando es que todas las personas que te escuchan en el cantabar se enteren de que te hicieron de chivo los tamales. Get over it.

Él me mintió

Lo mismo, pero para ellas. Es claro que está muy gacho que te haya tocado un patanazo, pero esas canciones sólo denotan que te caló muy hondo que el tipejo en cuestión te haya puesto los cuernos y se haya burlado de ti. “Esa canción da mucha pena ajena y debería estar prohibida en los karaokes” dijo un amigo mío y tiene razón. Al cantar esta rola no sólo andas por ahí exhibiendo tus miserias sentimentales, sino también dejas bien claro que posees muy modestas aptitudes artísticas.

Con todos menos conmigo

Infaltable en los karaokes. Éste, que debería ser el himno de la friendzone, es un tema que hace muy evidente que andas cacheteando las banquetas por alguien que se anda escabechando a medio mundo pero a ti no te tira ni un pan. Y todavía la cantas con harrrto sentimiento diciendo “no me llames jamás ni por error”, como si de verdad alguna vez esa persona te fuera a marcar. Inocente pobre amigo, eso jamás va a ocurrir.

El triste

Ya entrada la noche y con algunos alcoholes encima te da por sentirte “el príncipe de la canción”, aunque tus cualidades como cantante se reduzcan a cantar en la ducha, donde todo mundo se escucha más o menos bien. No te importa que se te salga uno que otro gallo o que no llegues ni de lejos a las notas del buen José José, lo compensas (según tú) con mucha enjundia y sentimiento. Habrá que preguntarle al resto de la gente si comparte tu entusiasmo o si prefieren que la cantes en Do (en donde nadie te oiga).

Mudanzas

¿A poco no en los karaokes se sacan más penas y frustraciones que en el diván de un psicólogo? Y es que nada hay tan terapéutico como agarrar el micro y ponerte a cantar que hoy vas a cambiar y que no se metan contigo, porque eres suave como gaviota (¿?) pero felina como una leona y entonces sí, se les arma la gorda. Lo malo es que a todas las mujeres les da por sentirse Lupita D’Alessio y ya estamos hasta la coronilla de escuchar esta canción. Señoras, si hoy van a cambiar háganlo en serio, no nomás berreen en un bar para luego seguir en las mismas.

Las de Luismi

Algo tienen las rolas ochenteras que son las más socorridas para echarse los gorgoritos y de paso torturar un poquito al respetable. Los éxitos de Luismi se han convertido en infaltables ya sea que andes en la peda casera con tu vasito rojo en la mano o en el cantabar de tu preferencia. Ojalá estos actos se limitaran a las reuniones domésticas, porque hay uno que otro osado en el karaoke que se avienta sus rolas hasta con brinquito y todo, sintiendo que están cantando ante un Auditorio Nacional abarrotado. Y pues no.

Persiana Americana

Si Cerati escuchara cuántas veces han destruido este himno del rock en español en tristísimas actuaciones, reviviría para volverse a morir. Hay que tener no sólo buena voz sino feeling para interpretar las canciones de un gigante como el buen Gustavo; el que sus mamás y tías les hayan dicho que cantan padrísimo no cuenta. URGE LEGISLAR para que no cualquiera pueda manosear las rolas del maestro.

Las de Jenni Rivera

La finada “Diva de la banda” dejó como legado una serie de canciones que se han convertido en emblema de las “mujeres luchonas” y que (según ellas, en su mente y en su mundo) no se dejan. Pero la verdad es que muchas de ellas más bien hacen apología a conformarse con las sobras de lo que otras dejan. Se sienten bien malotas, y ahí andan cantando en el karaoke que “aunque sea de vez en cuando, aunque sea de contrabando, pero ámame”. No chavas, esto no las vuelve feministas ni cabronas, ni de lejos.

La chispa adecuada

¿Se han dado cuenta de que en algún momento de la noche ya todo mundo se siente Bunbury? Y no es que este señor sea una institución intocable (hay quienes le dicen el Arjona del rock) pero vaya, hace su luchita y merece respeto. Como que la rola de “La chispa adecuada” tiene un algo que todo mundo la quiere cantar. ¿O será que se les hace agua la boca con aquello de la “blanca esperma resbalando por la espina dorsal”?

Las del Potrillo

No podíamos terminar este recuento sin mencionar al “Potrillo”, Alejandro Fernández. No hay karaoke mexicano donde los muchachos no les dé por farolear y a la menor provocación pretendan emular al hijo del buen Chente. Al grito de “quiero que se oiga mi llaaaanto” muchos de ellos nos taladran los oídos sin misericordia y ya cuando quieren ponerse ligadores y arrancar suspiros femeninos, se avientan un “mátalas con una sobredosis de ternura”, conquistando así los corazones de la concurrencia secretarial presente en el lugar.

¿Cuáles son esas rolas que ustedes ya están hasta la coronilla de escuchar en los karaokes? Se vale hacer playlist y toda la cosa, cómo de que ño.

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