Las calles son libres. Son parte del espacio público que nuestro jefe de gobierno capitalino, Marcelo Ebrard, ha dicho que quiere recuperar. Sin embargo, existen ciertos individuos de gorrita y trapito al hombro que han tomado la ciudad. Con cubeta en mano, han decidido que la calle es suya y que pueden apañarla y –encima– cobrarnos por estacionar nuestros autos en un espacio público. ¿Ya habíamos mencionado "espacio público?

Sí, de un tiempo a la fecha, los viene-viene han aumentado considerablemente en el DF. Y los ciudadanos han comenzado a quejarse, pues estos "franeleros" forman parte de esas mafias –comerciantes, policías, transportistas– que tienen la ciudad bajo su control.

Y es que resulta que el gobierno de la Ciudad de México ya autorizó la labor de los franeleros. En el último mes, realizó un censo y anunció un programa para darles un número, chaleco y gorra para identificarlos como “trabajadores autorizados”.

Lo que el GDF olvida es que, segúnel reglamento de tránsito, apartar lugares está prohibido (multa de 574 pesos).

Para nadie es una sorpresa que son los grandes grupos quienes controlan a los franeleros y limpiaparabrisas. Estas cabezotas les piden cuotas a "los trabajadores" y se mezclan con los policías para darles sus respectivas "mordidas", etcétera. Es un hecho que con tanto embrollo es imposible implementar un programa de este tipo.

En fin. Hay cosas que no podemos cambiar y es verdaderamente vergonzante que el gobierno del DF esté legitimando una actividad prohibida, en lugar de intentar eliminarla.

Lo único que nos resta es pedirles a quienes no hayan caído en las garras de un franelero que tiren la primera piedra.