Argentina. Ese amor/odio que le profesamos. Ese nuevo Masiosare que vive demasiado cerca.
Esos pésimos servicios que dan en la Condesa. Esas ganas que todos ellos tienen
por ser modelos y actores de Televisa. Esos hijos que tienen que luego se
naturalizaron mexicanos y se volvieron "consentidos" de nuestra selección. Esas
mujeres.

Ya no los odias tanto, ¿verdá?

La cosa es que México debe haber hecho algo muy malo en su
vida pasada. Quizá fuimos los bárbaros de Gengis Khan. Quizá fuimos los ewoks.
Pero siempre nos toca bailar con la más fea en el mundial. Y, en este caso
(irónicamente) la más fea es Argentina, desde hace mucho. Por lo menos desde el
mundial pasado. Y es raro, porque de verdad hay otras cosas por las que
queremos a los primos italianos del sur: por su Cerati, por su Borges y su
Cortázar, y, admitámoslo, un poco también por su Maradona, aunque ahora le
toque ser el malomalomalo de la película.

¿Te preguntabas cómo Skeletor había perdido la nariz?
Pregúntale a Diego Armando.

Todos nos preguntamos qué va a pasar, aunque nos duela:
probablemente los muchachos de verde saldrán a partirse los tacos; probablemente
por un momento parezca que ganaremos; lo más seguro es que al final salga Messi
y nos destroce los sueños. Ni hablar. Esperamos equivocarnos, y en realidad
estamos buscando la manera de obtener un milagro para que la cosa sea distinta.

Aunque eso sí: si Cerati regresa a tocar como antes, estamos
dispuestos a sacrificar la victoria ante los argentinos.