Estación Loma Alta. A tres días de la tragedia en el DF,

el primo de Luis al parecer se suicidó en las vías.

«Alto, fuerte y estudioso —así lo recuerda Rosario, su amiga desde la niñez—. Tenía porte como para hablar. Era buen estudiante, porque casi no se la pasaba en el rancho.» Martha Cruz, hermana de Rosario, coincide: «Tendía a ser alguien en la vida: un ingeniero, un abogado. Se expresaba muy bien.»

Con las mujeres era muy selectivo. «En los bailes no bailaba con cualquier muchacha —dice Rosario—. Era muy especial. Me dijo hace poco: “Yo no me quiero casar porque las mujeres son muy exigentes. Ya no hay mujeres desinteresadas”.» Erasmo lo confirma: «Quería alguien más centrada —dice e imita a su hermano—: “Esa niña no sentaría cabeza para llevármela al rancho”.»

Hace más de una década se casó con una mujer de quien la familia no quiso divulgar el nombre. Meses más tarde Luis se fue al Norte, sin ella. Ilegal en California, trabajó ahí casi seis años. Luis mandó el divorcio mientras estaba allá. «Después, parece que no tenía otra novia. Yo no le conocí otra», dice Erasmo.

La navidad de 2006, Luis Felipe decidió volver a México. «De regreso de Estados Unidos lo noté mal —dice Juan Pablo Sotelo—. Estaba descontrolado, nervioso. Inclusive la mirada…» Y Antonio agrega: «Un día, a la hora de tratarlo, vi que no era el mismo. Como si no me conociera, ¡si éramos amigazos!».

En cuanto volvió de Estados Unidos entró a su casa, su padre, Alfonso, le dio un avisó: «Tuve que vender tus vacas, Luis, no había dinero», le dijo. Furioso reclamó a su padre, con quien desde entonces mantiene una relación áspera.

Antes de que me vaya de La Tapona, Antonio recupera un episodio ocurrido en el rancho: Luis Felipe «se robó» a una mujer, muy guapa, con quien vivió en una cuartito de su propiedad. La mantuvo encerrada. «Ella le decía que tenía hambre y le decía: “tienes que comer la Luz Divina”. Estuvo como ocho días con él y se le peló porque se estaba muriendo de hambre.» Antonio se niega a dar más detalles sobre lo ocurrido en esa relación. Erasmo y María de Jesús niegan ese pasaje.