Alcohol y drogas: un toque, una línea de coca, el ácido ocasional, el vino diario, el vodka. Rica era la vida del amigo Enrique, hasta que chocó después de una cena de Año Nuevo. Apenas podía hablar, el coche volteado.
Nadie había en la calle, nadie que pudiera ayudarlo. Todos parecían celebrar el nuevo año hasta que, sin entenderlo bien, sintió que alguien lo sacaba del coche.
Cuando volteó a ver al que lo había salvado, se dio cuenta que era su mejor amigo de la preparatoria. Con el que había iniciado su vida de vicios y al que no veía en años.
“Enrique, veo que andas en las mismas. A ver si la próxima vez que nos veamos te puedes controlar un poco más, como promesa”, dijo el amigo. Lo dejó en la calle después de llamar a una ambulancia.
Un año después, este salvador recibió una llamada: “Es Enrique”, sonaba el otro lado del teléfono. “Quería ver si pasábamos al Año Nuevo juntos”.